En el transporte urbano muchos choferes van sin mascarilla y obviamente no le pueden reclamar nada a quien se sube sin al menos un trozo de tela que mitigue un posible contagio. Los taxistas igual, a veces se lo ponen cuando uno se sube con su N95, aunque ahí por lo menos se pueden abrir las ventanillas e ir como perrito en carretera.
La tercera ola de Covid-19 ya fue admitida oficialmente por el subse Hugo López-Gatell, pero nada se hace nada para disminuirla o al menos contenerla. Buena parte del país sigue en verde (guiño) en el semáforo epidemiológico y como según la versión oficial invertir en pruebas no sirve, ya solo quedan los termómetros inexactos, las mascarillas mal puestas y los tapetes para ensuciar los zapatos.
En San Luis Potosí un día hay cuatro o cinco nuevos contagios y al otro hay 60 o más. La diferencia de vacunación entre estados y entre rangos de edad da mucho en qué pensar. A la fecha va apenas 16 % de la población con su esquema de vacunación completo. A año y medio de que empezó la pandemia no cuadran los datos, en este caso de vacunas recibidas, aplicadas, primeras y segundas dosis, edades y “normalización” de los servicios de salud.
Ya se ha demostrado la inutilidad de muchas costumbres que adquirimos con la pandemia “para cuidarnos”. Lo que sigue vigente es mantener sana distancia, usar cubrebocas buenos y bien puestos, lavarse constantemente las manos y no estar (mucho tiempo) en lugares cerrados y mal ventilados, lo cual es casi imposible para quien tiene que viajar en transporte urbano o foráneo. En el súper es terrible para muchos hipocondriacos tratar de mantener distancia de seguridad y que de pronto alguien atrás en la fila se acerque demasiado.
En la semana que recién termina hice viajes en autobús foráneo, uno a Xilitla y otro a Querétaro. El de Xilitla se fue rancheando por la Sierra Gorda, con paradas más largas en Rioverde y en Jalpan. De comunidad a comunidad o de pueblo a pueblo pocos usan cubrebocas, y en cierto sentido es entendible: es menor el riesgo cuando se viajan distancias cortas. En el de Querétaro, entre otros inconscientes, alguien de la misma empresa de transportes iba sin cubreboca, tosiendo y hablando por teléfono como si nada.
Si las autoridades no ponen filtros ni hacen pruebas o seguimiento, sí son expertas en lavarse las manos, y no contra el SARS-CoV-2. Más bien son como Poncio Pilatos, se echan la pelotita y niegan que tal o cual asunto sea de su incumbencia o o de su (in)competencia, en seguridad o en el cumplimiento de servicios públicos: las riñas grupales o el robo de la computadora que controlaba la fuente de San Francisco en el centro histórico, las calles transformadas en ríos y la caída de puentes son buena muestra de lo mal que estamos.
Apelar a la “responsabilidad individual” (el “sálvese el que pueda”) no es algo privativo de nuestro estado, ni siquiera en nuestro país, pero hay maneras. En Australia, Vietnam y España, por ejemplo, ha habido nuevas órdenes de confinamiento, en otros se piden o se hacen pruebas, se vacuna a los “de fuera”. En Reino Unido el primer ministro, Boris Johnson, anunció la eliminación de restricciones para el 19 de julio.
Aquí… quienes pueden, en fiestas de quince años o en la playa, van varias olas de contagio. Del otro lado, hay que salir a ganarse el pan, aunque no hay muchos alicientes: nada se ha hecho por mejorar el transporte y 25 % de los trabajadores reciben 20 % menos que al inicio de la “Jornada nacional de sana distancia”.
Al personal médico no le sirve de mucho el título de héroes cuando el salario no aumenta, no se dan las plazas necesarias y no llegan los medicamentos para recetar. Ahora sí que son héroes enviados a la guerra sin fusil.
El personal docente anda por las mismas. Tras medio matarse trabajando muchas horas al día resulta que deben pasar de año a todos los alumnos sin distingo, por orden oficial, con todo y algunas burlas durante la “graduación”: “Yo sí pasé y nunca asistí”, “no hice tareas, jaja”, “no entregué nada”.
A ver si con las inundaciones dejan de lavarse las manos, se arremangan los pantalones y se meten a la corriente a ayudar a tanto damnificado. Las imágenes de Villa Juárez son terribles. Aquí en la capital del estado los antes ríos o lagunitas reclaman su lugar original. Cada vez se nota más el descuido en que está la infraestructura, la poca planeación urbana, siempre al servicio de unos cuantos, y el poco interés de la mayoría de las autoridades.
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Posdata: Queda una semana para poder inscribirse al taller de Creación de personajes literarios, que arrancamos este 20 de julio en el Centro de las Artes de San Luis Potosí, los martes de 4 a 7 de la tarde, en modalidad presencial. Ya urgía el regreso a las (ex) crujías, como son hoy: bien ventiladas y con aire de libertad.