Los límites del poder y los Floreros

Recuerdo a mi maestra de sexto año de primaria, la Sra. Carolina Morín Vda. de Rivera fundadora y directora del Colegio Lic. Justo Sierra, en Cárdenas, S.L.P. en sus clases de civismo nos decía: “Un gobierno es absoluto, cuando la Voluntad de Rey es Ley”. No entendíamos bien, este apotegma; y nos explicaba: es cuando un gobernante hace lo que le da su gana y gobierna a su antojo, sin considerar las leyes que norman su acción política y administrativa. En sexto año y ya nos explicaban que el --Poder Político debe tener límites--.

Gobernador de gran poder, --a nivel local y nacional-- fue, el Profesor Carlos Jongitud Barrios, (1979/1985) y no obstante ese poder, --admitió que el poder tiene límites--. Fue respetuoso de la Ley. Si alguna de las leyes, no le acomodaba a sus proyectos e intenciones, políticas o administrativas, iniciaba cambios o nuevas leyes, ante el Congreso Local y esperaba a que fueran discutidas y autorizadas, para ejecutarlas. 

Jongitud no contrajo deuda pública, ni comprometió el recurso financiero; y entero puntualmente, a las instancias correspondientes (SHCP—IMSS—UASLP--_Dirección de Pensiones) las deducciones y retenciones que, por ley, les hacían a los burócratas y maestros. Así como, las convenidas a través de la coordinación federación/estado. Hubo corrupción si, como en todos los gobiernos, pero nos dejó una gran obra material, --plenamente justificada--, y modernizo la anacrónica Administración Pública, que prevalecía hasta antes que él llegó al poder.

Cuando la SCJN, en una controversia constitucional, falló a favor del municipio del capital, gobernado en ese entonces, por el Dr. Salvador Nava, para que el gobierno del estado le entregara puntualmente, las participaciones federales a este municipio; ya que, por Convenios entre el Estado y los Municipios, el ejecutivo estatal administraba este recurso. El Prof. Jongitud, respeto esta decisión y entrego las participaciones federales al municipio de la capital. Jongitud sí fue, un gobernador –poderoso-- y, sin embargo, respeto los límites de su Poder político.

Desde la perspectiva cristiana, se dice que Dios te da el poder para servir, que es una oportunidad de servir, y no, de servirse. Dios te llama para servir al prójimo. En política, dice el investigador argentino, Alberto Aguilar... “el poder es una tecnociencia, es un concepto fundamental de las ciencias sociales… y agrega: el poder ilimitado es un riesgo de ser usado de manera degenerada y abusiva”. En México la Constitución marca los límites del poder, de los tres poderes y los restringe en la esfera de su competencia, porque si no fuera así, el poder incontrolado se transforma en tiranía, arbitrario y despótico. 

En el sistema presidencialista que se ejerce en México, es el presidente de la república, que, como jefe de Estado, tiene un gran poder. Pero la Constitución se lo limita a través del poder Legislativo. Este, el legislativo, que es el que ostenta La Soberanía, el que Representa al Pueblo en el Estado, --es el que está obligado a pedir cuentas al ejecutivo, sobre el estado que guarda la administración pública --. Este esquema de pesos y contrapesos que, limita a los Poderes de la Unión, se sigue en las entidades federativas y en la CDMX. Son los poderes legislativos, los Congresos Locales, los que le deben de exigir a los gobernadores que rindan cuentas y los que deben vigilar que se respeten los límites del poder, de cada uno de los poderes.

Con la alternancia en el poder y la pluralidad en los congresos, los ejecutivos: federal y los locales, resintieron la pérdida de su poder casi absoluto. En el estado potosino, tuvimos buenos ejemplos de diputados locales que, se atrevieron y se opusieron valientemente a decisiones arbitrarias del gobernante en turno, entre otros, recuerdo, a los diputados: J. Carmen García, a Carlos López y más recientemente a J. Ramiro Robledo Ruiz y Gonzalo Martínez Benavente. De ahí en fuerera, legislaturas van y vienen y no han servido para nada, --bueno si sirven, pero, para dos cosas--. Para nada y para pura….Nada… Los diputados son verdaderos—Floreros—que están de adorno. Ahh, pero eso sí, nos salen muy caros.

 Los diputados actuales y los de legislaturas anteriores –los Floreros-- han sido omisos en su facultad de poner freno a los excesos de poder, que se comete y han cometido, algunos de los gobernadores. Actúan con miedo, no son conscientes de la gran responsabilidad que tienen, de defender su Independencia y Soberanía; la Democracia y el Estado de Derecho. Todavía están a tiempo de hacer valer sus facultades y atribuciones. Si no actúan, nos va a pasar como dice A. Camus en su obra de teatro Calígula:  “El vértice de la pirámide de quien ocupa la escena, ese hombrecillo banal al que, de pronto, la ascensión al poder convierte en Dios. El poder en libertad tiene su propia lógica, es una maquina que una vez puesta en funcionamiento no para hasta que todo lo somete o destruye.” 

Ante esta omisión, por parte de “nuestros representantes”, son los periodistas de investigación locales: J. José Rodríguez, Adriana Ochoa, Oscar G. Chávez y el grupo “Cambio de Ruta”, en la pluma del ambientalista Luis González Lozano; los que levantan su voz denunciante; pero a estas voces, los diputados no las oyen -por miedo-. Son como “La voz que clama en el desierto” de Don Salomón H. Rangel.

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