MÁS RESTAS QUE SUMAS

La buena lógica nos dice que, para los partidos políticos, sus liderazgos y sus candidatos, los tiempos electorales son tiempos de sumar o, en el peor de los casos, de no restar; de agregar simpatías, respaldos y votos, no de disminuirlos. Con esta premisa, resulta muy difícil entender algunas acciones recientes del Partido Verde Ecologista de México, valga decir de su jefe y virtual dueño en estas tierras. Se trata de hechos tan contrarios a la racionalidad que llevan a la sospecha de que en el fondo son productos de un exceso de confianza y mucha soberbia.

Si no hay mano negra en las inminentes elecciones, existen diversos y numerosos grupos y sectores en esta capital y en el resto del estado que tienen razones sobradas para negar su voto al Partido Verde y a su patronazgo potosino, por haber sido víctimas de agravios inexcusables.

Me pregunto, por ejemplo, si el gallardismo disfrazado de tucán cosechará un porcentaje mayoritario de votos en el barrio de San Miguelito, a cuyos habitantes ha torturado con sevicia desde hace diez meses. Los padecimientos sobre todo de sus vecinos de la tercera edad han sido inimaginables. 

Los miles de jubilados del magisterio y la burocracia potosinos que ahora enfrentan dificultades para cobrar sus pensiones y ven con profunda preocupación el inexorable agotamiento de sus fondos ¿votarán por los abanderados del gallardismo? Y lo mismo vale preguntar para los otros muchos maestros y trabajadores estatales que ya tienen derecho a jubilarse, pero este gobierno les dificulta o de plano les niega el trámite. A últimas fechas hasta el propio titular de la Dirección de Pensiones se queja de la arrogancia de la Secretaría de Finanzas que ni el teléfono les contesta. Se trata de bloques de votantes que con sus familias igualmente agraviadas suman decenas de miles.

¿Y los miles de empleados del gobierno del estado en activo que están siendo coaccionados para entregar su voto a los candidatos verdes? Los indigna que les ordenen el sentido de su sufragio, pero los enfurece que les exijan comprobaciones vergonzantes como fotografías con su teléfono celular y que los amenacen con el despido si no obedecen. 

(Abro aquí un breve paréntesis para comentar lo que uno de esos trabajadores coaccionados me respondió cuando le pregunté qué pensaba hacer. “Muy fácil, me dijo, cruzo un recuadro del verde, tomo la foto, y a continuación tacho otro de un partido contrario y se anuló mi voto”).

Los universitarios de corazón, esos a quienes sí ofendió que el jefe del clan verde se refiriera a su Alma Mater como “Casa de los desobligados”, y que hasta la fecha les sigue regateando su presupuesto completo, ¿estarán dispuestos a votar por los candidatos del gallardismo? No hablo de los treinta y tantos mil miembros de la comunidad universitaria, sino de una fracción con auténtico espíritu universitario, que de cualquier manera no son pocos, y menos si reclaman la solidaridad de sus familiares.

¿Y los médicos, enfermeras y demás personal del Hospital Central que desde antes de ser transferidos a la federación han sido víctimas de promesas incumplidas y observan cómo avanzan los muros de la Arena Potosí mientras ellos carecen de equipos, material curativo, medicamentos y baños limpios? 

Y los beisbolistas, cuyo estadio donde lo mismo entrenaban que jugaban fue desmadrado para darle gusto al primer charro cósmico y hasta la fecha siguen esperando que lo reparen, ¿Tendrán ellos y sus parientes ganas de votar por los verdes abanderados del gallardismo caprichoso, abusivo y derrochador? 

¿Y qué pensar de los vecinos del nuevo puente vehicular del periférico y la calle 71 que muchos meses después de iniciado y ya puesto en servicio sigue sin terminarse en sus obras complementarias, generando peligrosas condiciones de inseguridad para los peatones? 

He dejado para el final el que me parece es el agravio más extendido y profundo para la mitad del electorado potosino. Me refiero al registro por parte del PVEM de rufianes, cínicos y burlones, que para ocupar candidaturas correspondientes a mujeres fueron ante la autoridad electoral a decir algo así como “desde hoy me siento mujer y vengo a registrarme como tal”.

Esta conducta -de la que también es responsable el PRD en un caso- es claramente ofensiva para las ciudadanas potosinas. Dice de alguna forma que como los partidos Verde y del sol azteca no consideraron a ninguna mujer de Venado, Villa de Arista, Vanegas o Ahualulco con los méritos suficientes y la capacidad necesaria para ser sus candidatas, escogieron a tres sinvergüenzas que se disfrazaron -en el papel únicamente- de féminas con manzana de adán, barba frondosa y manos de orangután.  Las mujeres representan el 52 por ciento del electorado potosino. ¿Cuántas de ellas le pasarán factura al gallardismo disfrazado de tucán? 

Me parece que es mucho tentar al diablo.

LAS ENCUESTAS 

Y SUS ASEGUNES

 Conforme se acerca el día de las elecciones, va quedando claro que esta vez como nunca antes las encuestas de intención de voto dejaron de ser instrumentos de navegación y se convirtieron en artillería pesada. De ser fuentes de datos útiles para diseñar estrategias y discursos de campaña pasaron a convertirse en elementos de propaganda para desalentar a seguidores de sus adversarios y para generar confusión. 

El lunes de la semana pasada, la analista Viri Ríos publicó en su columna No es Normal del periódico Milenio un interesante estudio que incluyó el análisis de 284 encuestas levantadas por 54 casas encuestadoras entre 2018 y 2023, con resultados referidos a 36 elecciones diferentes, federales y locales. Hay una primera conclusión: la mayoría de los estudios demoscópicos (89%) sí atinan al ganador. En lo que la mayoría falla (64%) es en acertarle a su puntaje.

Esta diferenciación es importante porque el análisis en su conjunto sugiere que hay encuestadoras que le aciertan al ganador, pero lo hacen más por suerte que por buena metodología. Hay casos muy ilustrativos, como el de una firma que pronosticó el triunfo de Layda Sansores en Campeche con el 60 por ciento de los votos. Obtuvo el 33 por ciento.

A fin de arribar a conclusiones útiles para el electorado, la analista establece un criterio de calificación: las encuestas más acertadas son las que identifican al ganador y aciertan a su porcentaje con una diferencia máxima de más/menos 3 puntos porcentuales.

Con estos parámetros bastante razonables, Viri establece un ranking de encuestadoras, donde el primer sitio corresponde a la que ha acertado el mayor número de veces. La conclusión es clara pero no necesariamente alentadora: el primer lugar corresponde al departamento demoscópico del periódico Reforma, con el 58 por ciento de aciertos. Es decir, menos de seis de cada diez veces acierta en ganador y porcentaje. Le siguen Poligrama con 44%, Rubrum, 43% y El Financiero, con el 41%. El resto consigue aciertos menos de 4 de cada 10 veces.

Obviamente que nada de esto es ignorado por los expertos partidistas, empresariales y gubernamentales y que se encargan de contratar las encuestas de intención de voto, pero lo que estas elecciones están dejando claro es que importa menos el acierto de cada trabajo demoscópico que la posibilidad de manipularlo y utilizarlo para influir en el electorado, sea desinformándolo, desalentándolo o confundiéndolo.

No hay que olvidar tampoco que existen dos tipos de encuestas, independientemente de quien las procese: las que se publican y las que se ocultan.

Al final del día, vuelvo al primer párrafo de este apartado: las encuestas han dejado de ser instrumentos de navegación para convertirse en armas ofensivas. 

Los resultados del 2 de junio nos indicarán no solo quiénes acertaron con mayor exactitud y quiénes se equivocaron por mayor margen, sino qué tan confiables serán en el futuro las encuestas electorales.

COMPRIMIDOS

Tengo la impresión de que Manuelita García Cázares está haciendo el peor negocio de su vida. Para empezar, le quedaba año y medio como presidenta del Supremo Tribunal y en total unos seis años como magistrada. Si todo sale como está previsto, será electa fiscal general del Estado por un período de siete años, o sea que en temporalidad no tiene mucha ganancia que digamos. Pero hay algo peor, al cambio de gobierno, dentro de tres años y meses un nuevo mandatario tendría poco interés en removerla de su magistratura, pero en cambio lo más probable es que le solicite su renuncia a la Fiscalía o la presione de muchas maneras para que se vaya. Y por razones legales no podría regresar al STJE. 

Me reafirmo en la idea de la mala decisión de Manuelita (sin desconocer de que al estilo Don Corleone le hayan hecho una oferta que no pudo rechazar) porque creo que es muy claro que el gobernador Gallardo Cardona no distingue entre procuración de justicia y persecución de los delitos, e impartición de justicia y aplicación de penas. Es más, tampoco distingue ambas funciones con la de seguridad pública y prevención de los delitos. Menos aún el mandatario ha mostrado entender eso de que la FGE es autónoma, pues a diario se entromete en sus funciones. Dicho de otra forma, Manuelita deja un espacio de racionalidad, estudio y administración apacible por otro sinuoso, invadido, objeto de mil presiones y minusvalorado. ¿Qué va a hacer cuando Uñas Largas le hable para darle órdenes?

En relación a mi columna anterior, el Ceepac me hizo llegar un texto donde, en esencia, reitera que en materia de identidad y auto adscripción de género legalmente tiene las manos atadas. Otro día volveré sobre este tema en particular, pero hoy comento que ahí me encontré un dato muy interesante. La Ley de Instituciones y Procedimientos del Estado de Oaxaca, establece que: “Usurpación de identidad de género es el acto mediante el cual un ciudadano o persona se autoadscribe de manera mendaz a género diverso al propio, con el fin de beneficiarse de las acciones afirmativas para cumplir con el requisito de paridad de género y alternancia”. Nuestra legislación carece de prevención alguna al respecto. Es decir, parte de culpa para que varios vagos sinvergüenzas hayan conseguido registro femenino a candidaturas por su simple dicho de que se sienten mujeres, es culpa de nuestros señores diputados, por faltos de visión o por simples baquetones.

Según encuestas recientes de buena factura, es casi seguro que el afamado Óscar El Cochiloco Bautista sea derrotado en la elección de diputado federal por el distrito con cabecera en Rioverde. Sus números negativos son abrumadores. Además, tiene enfrente a Eira Noyola, una competidora que le cae bien a la gente, ha trabajado sin descanso en la campaña y no carga con negativos.

Hasta el próximo jueves.