Después de 33 años, el fanatismo religioso logró que este viernes se cumpliera la fatwa (edicto de condena a muerte) contra el escritor indio (o hindú) Salman Rushdie, autor de Los versos satánicos (1988).
La sentencia contra el también autor de Vergüenza (1983) y Furia (2001), de 75 años, se cumplió en un auditorio de una pequeña ciudad estadunidense, mientras él estaba en el escenario. Fue apuñalado varias veces por un hombre de 24 años. El pronóstico de Rushdie es reservado: hasta la hora de escribir estas líneas está conectado a un respirador, con heridas en el cuello y en los nervios del brazo, podría perder un ojo y tiene el hígado comprometido.
Pareciera que lo djaron solo, que la famosa “protección” ya no era tan firme, como si la amenaza hubiera pasado. Sucedió en el país vecino, del que nos llegan tantas series policiacas, en donde se supone que la seguridad es prioridad y pretexto para que todo mundo tenga las armas que quiera. (A pesar de eso o por lo mismo también es cuna de muchos multihomicidas.)
Entre críticas mutuas de un bando a otro, esta semana fue de atentados terroristas en nuestro país. Primero en Jalisco y Guanajuato, luego en Ciudad Juárez, Tijuana, Mexicali y Ensenada. Balaceras y quema de tiendas de conveniencia (sobre todo de esas que surgen en las esquinas casi a la par de los nuevos contagios de Covid-19, y que no suelen abrir su segunda caja), gasolineras, transporte público y negocios varios.
Para no ir tan lejos: en estos días aquí en San Luis Potosí hubo un incendio en La Media Luna, Rioverde. En la capital del estado una casa fue baleada y quemada en Balcones del Valle, y balearon a una pareja en la colonia Popular. En el municipio de Rayón un enfrentamiento entre fuerzas policiacas y la delincuencia dejó un saldo de 13 muertos. “Levantaron” a un ex presidente municipal de Tamasopo, quien fue liberado horas después. En Soledad de Graciano Sánchez un grupo atacó a balazos un negocio en la avenida Ricardo Gallardo (antes San Pedro), con saldo de un muerto y un herido.
Aquí y allá avanza el terrorismo, entre otros factores auspiciado por la falta de justicia. Lo peor, hay quien lo aplaude con tal de justificar a su grupo (político, religioso, nacional) y denostar al de enfrente.
Terrorismo es una palabra tabú, extrema, pero con no enunciarla no desaparece. Se habla de “daños colaterales” o se revictimiza a los caídos para no admitir que hay situaciones que han rebasado al Estado. Igual lo de llamar “civiles armados” a los grupos que actúan con impunidad en buena parte del territorio mexicano. Visten y traen armas iguales a las del Ejército, ¿cómo va a querer uno parar en los retenes carreteros? Algunos, además, solo alentan el tráfico. No es fácil distinguir a los malos en estos ías.
Según la página de la Interpol (Organización International de Policía Criminal), “el terrorismo abarca toda una serie de complejas amenazas: el terrorismo organizado en zonas de conflicto, los combatientes terroristas extranjeros, los ‘lobos solitarios’ radicalizados y los atentados con materiales químicos, biológicos, radiactivos, nucleares y explosivos”.
Dijo Rushdie en un discurso en su tierra natal, publicado en Letras Libres:
“El asunto no es el desacuerdo. El asunto es la violencia, y su amenaza, que impide que las voces disidentes hablen. Eso es lo que está ocurriendo y la gente está dormida, me parece. Mayoritariamente dormida ante lo que está sucediendo, y tenéis que despertaros. […] Conservas las libertades por las que luchas; pierdes las libertades que descuidas. La libertad es algo que alguien siempre te está intentando quitar. Y, si no la defiendes, la pierdes”.
Nos queda escribir, protestar en voz alta, no callar. Por todo lo que está pasando y lo y que puede pasar.
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Posdata: esta semana el Centro de las Artes de San Luis Potosí abre el periodo de inscripciones para el trimestre septiembre-diciembre. Les invito a acompañarme en el taller “Narrativas: construcción de personajes / biografía y géneros literarios”, que coordinaré en esa institución los sábados de 11:00 a 14:00 hrs., del 24 de septiembre al 10 de diciembre de 2022, con 12 sesiones en total. Habrá libros para los asistentes, buen ambiente, charlas con colegas invitadas/os y al menos una publicación colectiva al final del periodo. Ahí nos vemos.