Bien aprendieron los potosinos de los actuares de Saturnino Cedillo durante su cacicazgo pueblerino y rupestre; mucho también del de Gonzalo Santos, consecutor del modelo, pero instaurador de uno propio.
Curioso resulta que estos dos personajes, expuestos como ejemplos eternos de los cacicazgos y la corrupción, recurrentemente sean emulados por muchos políticos potosinos. Sí, por los mismos que los utilizan dentro de un discurso pletórico de doble moral y virtudes que mucho exaltan, pero de las que en el fondo carecen.
La mención no es gratuita, el recuerdo es pertinente; ayer se recordó un aniversario más del natalicio de Santos, y hoy lo hacemos con la muerte de Cedillo. Ocioso resultaría, no obstante, escribir sobre sus vidas y hechos, ya otros se han ocupado de hacerlo, de una forma más que espléndida.
Sin embargo, en ambos personajes, es motivo de análisis la manera en que lograron estructurar sus redes de poder, a partir de los entornos pueblerinos, y gracias a ellas lograron en parte, posicionarse dentro de la política nacional.
Cedillo, el caudillo agrarista, y Santos, el cacique blanco, según calificativos de Dudley Ankerson, y Carlos Loret de Mola –el viejo–, representan para muchos políticos mexicanos, y particularmente potosinos, todo lo que debe desterrarse de sus pautas de conducta. No así, aspiran a ser como ellos, convirtiéndose en hombres fuertes de su entorno, a partir de un burdo clientelismo, construido al amparo de los carguillos públicos que van ocupando con un mediocre desempeño.
Difícil, si no imposible, resultará el emularlos; primeramente por los ingredientes necesarios, después porque los tiempos ya no son propicios para estos actuares, pero mientras tanto, se engolosinan con lo que tienen a su alcance; echan mano de lo que alcanzan, y cuando no, tuercen cuanto reglamento o ley pueden, para embolsarse todo lo embolsable.
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Entre lo que han aprendido muy bien los miembros de esta ilustre cofradía, como los diputados que integran el Congreso del Estado de San Luis Potosí, la articulación de un mecanismo que mediante una serie de artilugios les permita extraer dinero a través de supuestos asesores, aumentando la partida presupuestal para tal efecto, sin ninguna mesura, llamando la atención que muchos de ellos hayan sido propuesta de MORENA, contraviniendo los postulados de austeridad republicana y responsabilidad en el gasto, repetido como tarabilla por AMLO.
Otros que no tienen vergüenza son algunos dirigentes y funcionarios del Partido Acción Nacional, quienes desempeñan un puesto en dicho instituto político y a la vez otro empleo en alguna institución pública (pensemos en el Ayuntamiento) cobrando dos veces del erario sin que su presidente estatal les haga un llamado de atención o los invite a la reflexión; como si dicho partido estuviera tan bien posicionado para permitir que los funcionarios partidistas sólo lo sean de medio tiempo o menos, aunque parece que su militancia está adormecida, aletargada o de plano resignada a ser relevada por esta nueva generación –que salió mucho peor que aquella a quienes estos jóvenes desplazaron prometiendo mejorar las cosas con honestidad y transparencia–.
Son los mismos que con sobrada solvencia moral, encabezados por su ex presidente estatal –porque el actual para mí que es un titerillo– salen entre micrófonos exigiendo que los morenistas respeten los recursos; que les dejen algo, pues.
Pero miren ustedes, la moral en la política es un árbol que da moras, dice la socorrida frase de Santos.
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En su columna del pasado jueves, Juan José Rodríguez, cuestionaba las mediocres declaraciones del secretario de Seguridad Pública; sí, aquel que salió con su batea de babas, diciendo que nos roban porque no nos protegemos, después de afirmar que la delincuencia los está retando. Concretamente, en la columna se reprochaba el estado de indefensión en que se encontraba el policía asesinado al defender a una mujer.
Triste, y desmoralizante, fue ver el día de ayer, a un grupo de elementos de la policía estatal, manifestarse afuera de palacio desgobierno, pidiendo seguridad social entre otras cosas. Una pancarta resumió todo: GOBIERNO, ABANDONAS A TUS POLICÍAS.
Dicen los que saben, y los que no, repiten, que hoy es sábado social; disfrútenlo, denle vuelo a la hilacha.