En vísperas de las festividades guadalupanas, y seguro porque como en esta ocasión no las habrá, la virgencita tuvo más tiempo para cobijar con su milagroso manto al diputado Pedro Carrizales, mejor conocido en el bajo mundo como el Mijis, quien hace unos días se declaró limpio de todo cáncer corporal.
Si bien, esto implica su salud total, la mayoría de los que han visto su trayectoria, y su comportamiento como diputado, estarán de acuerdo conmigo en que su salud no es mental, en ésa, la estulticia ha hecho metástasis.
Hace varias semanas, en este mismo espacio escribí que un doctor, entre cucharada y cucharada de paella, me comentaba que hasta ese momento no sabíamos –porque el enfermito no lo había dicho– qué parte de su humanidad había sido afectada por el cáncer, y de qué tipo era éste. Coincidimos, al fin, que seguramente era cutáneo, derivado de algún clavo sucio cono el que se hizo uno de sus tantos tatuajes.
Menos tiempo después lo vimos llegar al Congreso, todavía con el frasco de suero en una mano (y en la otra apretando un fajo de billetitos), porque su conciencia de legislador lo obligaba a participar en la elección de magistrados. Pero hoy sabemos que, gracias a la virgen morena, se encuentra gozando de plena salud.
El asunto, que todos vemos con aparente sentido del humor, va mucho más allá: la salud de los diputados es un tema público, porque son representantes públicos, que se mantienen –y en qué forma– con dineros públicos. Es decir, posiblemente las leyes –si es que las hubo–elaboradas por esta legislatura, pudieron ser propuestas y votadas por una bola de desquiciados prófugos de La Castañeda.
Otro que también fue socorrido por los milagros es el alcalde con licencia Xavier Nava. Logró esquivar el juicio político en el Congreso, anden ustedes a saber cómo lo logró parar; pensemos que el verde manto guadalupano tocó las manos y los entendimientos de quienes lo decidían.
Desafortunadamente para él, lo que no está logrando superar es la impopularidad de su persona. Lo está viendo, al parecer, y tanto así que pasó de pedir que le “suelten al toro” a que le pongan “piso parejo”; seguramente algo le hizo darse cuenta que va en picada, y que entre los aspirantes panistas a la gubernatura es el que va en último lugar.
El problema es que ya ni cómo reelegirse en la alcaldía, porque se rumora –cada vez más en firme– que la “diabólica alianza” propondrá a un ex policía para que, si llega a ganar la alcaldía, ponga en orden la ciudad. Desafortunadamente para éste, ya no andan por la ciudad sus cohortes de uniformados, promocionando su imagen, recordando a la ciudadanía que el jefe Galindo, “quiere a San Luis y se preocupa por los potosinos”.
Lupita es muy milagrosa, eso nadie lo duda, pero tampoco le gusta que le pidan milagros con falsas promesas, como si anduvieran en campaña, para salvarlos de un destino adverso, así que yo sugeriría que primero fijaran y cumplieran la manda, y después solicitaran sus milagrosas intervenciones.
Deberían verse en el espejo de Gallardo, quien seguramente cumplió la penitencia, y después pidió la gracia, porque al parecer el Tribunal Electoral lo va a dejar en paz; digo, un jaloncito de orejas cualquiera.
A propósito de panistas y Ricardo Gallardo, circula por ahí un video grabado el día de ayer, en el que Octavio Pedroza –político de altos vuelos al fin– se encuentra en Ciudad Valles con Gallardo, y se saludan con toda cortesía y cordialidad. El juego limpio y la caballerosidad política en tiempos electorales no existen, porque para pronto el aparato bélico del, con licencia, suspirante, comenzó a hacerlo circular, enfatizando que había arreglo.
Miren, los políticos piensan que somos desmemoriados, pero una cosa es un atento saludo, y otra, decir “como dice don Ricardo Gallardo, San Luis no se equivoca”, para alcanzar una diputación federal. Cosa curiosa, Nava no ha manifestado hasta ahorita algún apoyo –al menos moral– para Emilio Zebadúa; pensará que por acá ya se olvidó cuando le cargaba el maletín.
En la Ciudad de México, mientras tanto, ya se registraron diez de los aspirantes a la gubernatura por Morena, y dicen que faltan algunos. De dónde salieron tantos, no lo sé, pero lo que se percibe de inmediato es la falta de respeto a sus propias personas, y de seriedad ya ni hablar; aparte, evidencian la carencia de cuadros políticos, y de políticos en general. Como no sean Primo Dothé, un loquito de Valles, de apellido Esper, José Antonio Lorca, Juan Ramiro Robledo y Leonel Serrato, los demás no me suenan. Andan también, según dicen, una lideresa sindical, un diputado huasteco. Estos sí, deberían comenzar con los novenarios.
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Esta semana fue de caos, la ciudad estuvo sitiada y se convirtió en la Cuautla de 1812. Los trabajadores del Hospital Central protestaron, nada más, porque no se les ha pagado; ni aguantan nada. Luego, en medio de aquella crisis, vimos a un arrogante y engallado director del Hospital Central, rebatiendo cuestionamientos, y un perverso secretario general de Gobierno, que sólo se conducía con evasivas.
Lamentable el caso, creo que –aunque se les pague con recursos federales– se necesita no tener madre, como para ser gobernador del estado y no procurar el salario de quienes se están jugando la vida por todos los potosinos. Mientras tanto sale Gabino Morales, el Señor de las Braguetas, a decir que no hay dinero federal, por culpa de las administraciones anteriores.
Gracias por la lectura; a taparse el pechito.
La Virgen de Guadalupe no los quiere conocer, no visiten su santuario.