Mirador

Éste era un hombre que ardía en ansias de encontrar a Dios.         

Se decidió a dejarlo todo para ir a buscarlo. Una noche, cuando su esposa y sus pequeños hijos dormían el sueño tranquilo de la paz, el hombre salió de su casa como un ladrón que escapa y fue a buscar a Dios.

Caminó días y días -nunca supo cuántos-, hasta que una noche vio que de lo alto descendía un intenso resplandor. Supo entonces sin ninguna duda que bajo esa luz estaba Dios. Corrió hacia ella; en ella penetró. Aquel fulgor maravilloso lo hizo cerrar los ojos. Cundo los abrió se vio en el interior de su casa, al lado de su esposa y sus hijos.

Así entendió el hombre que Dios está junto a aquéllos que comparten con nosotros el don maravilloso de la vida. No necesitamos salir a los caminos a buscar a Dios. Está en nuestra familia, en nuestro hogar, en aquéllos que nos aman y que necesitan nuestro amor. Ahí lo encontraremos. Ahí él nos encontrará.

¡Hasta  mañana!...