Mirador

¿Recuerdas, Terry, amado perro mío, cuando te saliste de la casa para ir tras una perrilla callejera?

No te lo reprocho, amigo. El llamado de la naturaleza no se puede desoír. Pero buen susto nos diste, pues tardaste un par de días en regresar. Cuando volviste mostrabas tal aire de orgullo -y de satisfacción- que te lo perdonamos.

Aquella fue tu primera novia. Después tuviste otras de mejor sociedad, pero porque te conocí bien estoy seguro de que nunca olvidaste aquel primer amor arrabalero. Los amores de tango suelen dejar huella más honda que los de minué, gavota o vals. 

Imagino, Terry, que allá donde ahora vives te habrás encontrado con aquel amor de un par de días. Te vio ella, la viste tú, y los dos se preguntaron al mismo tiempo:

-¿Te acuerdas?

Y recordarán.

Te lo digo porque te conocí bien. Y porque me conozco mejor.

¡Hasta mañana!...