Mirador

Después de la Última Cena el buen Jesús se vio desamparado, solo.

Se había corrido la voz de que lo iban a aprehender, y sus amigos se alejaron de su lado, temerosos.

Fue a buscarlos y no encontró a ninguno. Fue por calles y huertos, y a ninguno halló.

El Señor, que había conocido ya la soledad de Dios, conoció entonces la soledad -más sola aun- del hombre.

Infinitamente acongojado recordó las horas anteriores, y dijo lleno de tristeza:

-¡Caramba! ¡A la cena fueron todos!

¡Hasta mañana!...