Mirador

Salió el agua de La Cazuela.

La Cazuela es un generoso manantial que repentinamente brota en un hondón de la sierra en el Potrero, y que de pronto otra vez desaparece sin que nadie, ni los más viejos del rancho, pueda explicar por qué viene el agua y por qué después se va. 

Cuando el caudal de la Cazuela sale la sobremesa en la cocina de Ábrego se anima. Doña Rosa relata uno de los hechos de don Abundio, su marido:

-El pastor de la iglesia gringa le dio veinte borregas para que se las cuidara. Abundio tenía ya otras veinte, suyas. Al final del año resultó que nada más las de Abundio habían dado crías, y todas habían cuateado. Ninguna de las del pastor había parido. “¿Cómo ser eso?” -le preguntó el reverendo. “Es que todas las cosas se parecen a su dueño -le explicó él-. Usté es rete decente, y sus borregas lo mismo. No recibían al macho. En cambio yo soy un pelado, y mis borregas bien putas. Por eso las mías quedaron preñadas, y las de usté no”.

Todos reíamos la anécdota, menos don Abundio. Masculla con enojo: 

-Vieja habladora. 

Doña Rosa figura con índice y pulgar el signo de la cruz; se lo lleva a los labios y jura:  

-Por ésta.

¡Hasta mañana!.