Mirador

Llueve la lluvia mansa en que se nos aparece Dios. Su pespunte en el techo es melodía para acompañar la sobremesa en la casona de la antigua hacienda de Ábrego.

Doña Rosa, mujer de don Abundio, relata uno de los dichos de su esposo:

-Vino al rancho un americano, misionero protestante, y trajo ropa nueva para la gente grande y dulces y juguetes para los niños. A mi marido, por ser el comisariado ejidal, le dio una par de camisas y dos pantalones. Cuando llegó con ellos a la casa estaba ahí la comadre Florentina. Le dijo ella:

-¿Cómo aceptó usté los regalos de ese gringo hereje? Nosotros somos católicos.

Abundio respondió:

-Ni las camisas ni los pantalones tienen religión.

Reímos todos, y se atufa el hombre. Masculla con enojo:

-Vieja habladora.

Doña Rosa figura con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:

-Por ésta.

¡Hasta mañana!...