Mirador

No me asustan los espectros que de noche vagan por los aposentos de la casona de Ábrego. 

Tampoco ellos se sobresaltan al verme. Nos conocemos bien; somos amigos. Sé su historia, y ellos saben mi cuento.

Un pequeño fantasma se aparece. Es el de Tanis de la Peña y Peña. Lo de Tanis es por Estanislao. Demasiado nombre para tan poco niño. Falleció a los 4 años, de difteria. Ahora busca en todos los cuartos al tiempo que llama una y otra vez: “Mamá... Mamá...”. No sabe que su madre murió de tristeza cuando él se durmió en sus brazos para siempre, y que su espectro anda por las habitaciones de la casa diciendo una y otra vez: “Hijito... Hijito...”.

Me apenan estos muertos que no acaban de morir. Yo ya estoy acabando de vivir, y temo convertirme en fantasma. A lo mejor lo soy ya y no me he dado cuenta.

¡Hasta mañana!...