Mirador

Anoche te soñé, Terry, amado perro mío. 

Volabas por el cielo como un ángel. Tus largas orejas de cocker 

spaniel te servían de alas. 

Ibas y venías como cuando eras niño; hacías piruetas aéreas, 

y a tu regreso me mirabas como diciendo: 

-¿Qué tal, eh?

Me pregunto, Terry, si tú también me sueñas. 

Pienso que sí, pues soy un sueño, igual que tú. 

Quizá me ves ir y venir por los varios caminos de la vida, 

y de seguro miras mis piruetas de funámbulo.

 Espera mi regreso, Terry.

Entonces yo también habré de preguntarte:

-¿Qué tal, eh?

¡Hasta mañana!...