Las auroras ya no son solo boreales ni australes. Esta semana se vio este espectáculo de coloridas iluminaciones en el cielo de buena parte del país, incluso hubo quienes compartieron imágenes de un cielo púrpura como fondo de la estatua de Damián —tan marcial él— en Mexquitic de Carmona.
Leo en Internet que fue el mismísimo Galileo Galilei quien dio nombre a este fenómeno celeste: Aurora en honor a la diosa del alba y boreal en honor a Bóreas, el dios del viento del Norte.
Según la página Space Place, de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), “Si estás cerca del Polo Norte, se llama aurora boreal o luces del norte. Si estás cerca del Polo Sur, se llama aurora austral o las luces del sur”. así que el calificativo más usado, “boreales”, no es el más adecuado. Estamos (México) en el hemisferio norte pero no tan al norte.
Las maravillas naturales (el sol, la luna, los cometas) siempre han servido para crear mitos, desde “explicar” cómo se creó nuestra especie a darle sentido a nuestra vida o nuestra muerte. Apolo en su carro o el conejo en la luna son buenos ejemplos.
Estamos acostumbrados a que la aurora sea al salir el sol, y no tan colorida. Eso que el lugar común del lenguaje poético llama el “despuntar el alba”. En griego aurora es Eos, nombre de la hermana de Apolo, el dios del Sol, y Eos gustaba gustaba de anunciar a su hermano. Para los romanos las auroras boreales eran presagios, casi siempre de Marte, dios de la Guerra, y para los vikingos eran las capas de las valquirias, las guerreras guardianas del Valhaya.
La página ya citada añade que “el sol no envía la misma cantidad de energía todo el tiempo. Hay una corriente constante de viento solar y también hay tormentas solares. Durante un tipo de tormenta solar llamada eyección de masa coronal, el sol arroja una enorme burbuja de gas electrificado que puede viajar a través del espacio a altas velocidades”. En la atmósfera de nuestro planeta “el oxígeno emite luz verde y roja” y “el nitrógeno brilla intensamente azul y púrpura”.
Si bien, como platicábamos en el taller sabatino de literatura, no todo cambio a nivel planetario puede atribuirse al ser humano y a sus interacciones con la Tierra, tampoco debemos minimizar lo que hemos descuidado a las diversas capas que la componen.
Lo cierto es que muchos obedecen a la tala inmoderada de árboles, al desvío de corrientes acuáticas y al basural que dejamos donde habitamos. La apatía y la codicia de algunas autoridades y de carteles inmobiliarios de todos los colores han agudizado el desastre. Ya se sabe por infografías lo que cuesta producir una botella de agua purificada o un refresco. De los jets privados y otros medios de transporte mejor ni hablemos.
Presas y bordes están en un nivel bajísimo y ahora hasta sin luz estamos de manera “intermitente”, gracias a los apagones que sufrimos en 17 estados del país debido a los estados de alerta y de emergencia declarados por el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace). Esto se debe, dicen, al elevado consumo ocasionado por el calor: todo mundo quisiera tener el clima o los ventiladores prendidos todo el día. Pero hay quienes no pueden: en la Huasteca potosina al menos 10 personas han muerto por golpes de calor, entre ellas, muchos ancianos que vivían solos, en la pobreza.
En la Ciudad de México, además, se mantiene la fase 1 de contingencia ambiental, “tanto por la mala calidad del aire como por la persistencia de un sistema de alta presión que generará ambiente seco […] con intensa radiación solar”. Por eso se busca mantener el Doble Hoy No circula. ¿En San Luis Potosí cuándo? Con incendios, calor y tanto vehículo sería bueno darle una ayudadita al medio ambiente, y más cuando se habla tanto de política ecologista (sic) y que todos (as) los candidatos (as) dicen tener solución a todos nuestros problemas.
A quienes creen que las auroras boreales son una señal del fin del mundo no hay que contradecirlos: a ver si así le bajamos unas rayitas al empeño que hemos puesto por acabarnos rápido el planeta Tierra Agua Viento Vegetal Animal.
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Algo de Paul Auster a manera de posdata. Ya lo dijimos, leamos a Auster: “Cuidado con el ego y con darte demasiada importancia. No seas un escritor. Es una terrible forma de vivir tu vida. […] si realmente quieres escribir, si te quemas por hacerlo, adelante. Pero no esperes nada de nadie. El mundo no te debe nada y nadie te lo ha pedido”.