No somos Migrantes, somos Habitantes

Cada 18 de diciembre el mundo conmemora el Día Internacional del Migrante, una fecha que nos recuerda que desde el principio de los tiempos las personas hemos estado en movimiento; sin embargo con el trazado de las primeras li´neas fronterizas, se consolidó una parte esencial en la construccio´n de los modernos Estados Nacio´n, conformándose espacios en apariencia homoge´neos y delimitados en trazos imaginarios en ocasiones hasta surrealistas. Desde su aparición las fronteras han pretendido marcar universos culturales diferentes, haciéndo notorio do´nde termina una cultura nacional y donde empieza otra, las fronteras establecieron distinciones entre iguales, y aunque todos nos reconocemos humanos, desde las fronteras se envía un mensaje que exalta la diferencia, entre “ellos” y “nosotros” dependiendo de que lado te encuentres. Así, estas líneas imaginarias han dividido la humanidad por siglos, pero hoy más que en cualquier otro tiempo, nuestra generación, ha comenzado verdaderamente a replantear su utilidad y lo obsoleto que resulta mantener una visión de los arcaicos Estados Nacionales que desdeñan a las personas y les etiquetan según el sitio donde nacieron, dejando de lado lo primordial que es su condición humana. Los románticos nacionalistas, esos que nutren sus discursos de exaltados de patriotismos, insisten una y otra vez en refrendar las diferencias dibujadas en fronteras imaginarias, pero olvidan por ejemplo, que el calentamiento global, el agujero en la capa de ozono o la contaminación radioactiva, no reconocen frontera alguna, como tampoco las reconoció la pandemia que hoy nos azota. Luego entonces, es momento de cambiar el lenguaje, de reconocer que los nacionalismos deben transformarse en un humanismo universal, considerando que, de acuerdo a las cifras de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, ha calculado que en la actualidad 258 millones de personas viven fuera de sus países de origen y se sabe que han emigrado por diversos motivos, por eso comencemos a reconocer que más que migrantes somos y seremos habitantes de un planeta que es nuestro único hogar, y que cada que se vulnera un solo derecho humano de personas en contexto de migración, en realidad se estamos negando su humanidad; los viejos Estados Nacionales generaron leyes y prácticas discriminatorias y promovieron actitudes muy arraigadas de prejuicio y xenofobia en su contra; Michelle Bachellete, Alta Comisionada para los Derechos Humanos, recordó en su mensaje de este 18 de diciembre, que con frecuencia oímos y leemos palabras hirientes que dan a entender que las personas migrantes no pertenecen al lugar donde viven o que no tienen sitio ni derechos entre nosotros, estas palabras deshumanizan y convierten a personas que son como tal como tu y como yo en “el otro”. Estimado lector, no hay diferencias, hemos nacido en un mismo suelo: el planeta tierra y todos somos sus habitantes, no hay ninguna diferencia, estoy seguro que está más próximo el día en que finalmente se derribarán las fronteras trazadas sobre líneas imaginarias unificando la especie, pues resulta absurdo que las mercancías transiten libremente, pero no así las personas, suena útopico, sin embargo no hay que dejar de creer. Columna dedicada al Padre Rolando, líder de la Casa de la Caridad Hogar del Migrante, quien dedicó su vida a sostener el sueño de un mundo sin fronteras. 

Hasta la próxima.  

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