Nueve de marzo

Hoy es el día que no debería de ser. Es la fecha que grita a todo pulmón una realidad lacerante que generalmente repta en silencio, acecha en las sombras y penetra lo impenetrable.

Nacido como una idea en un colectivo en favor de las mujeres, llamado Las Brujas del Mar, convocando a un paro nacional de mujeres en este día, bajo las voces de “el nueve nadie se mueve” y #undíasinnosotras, el nueve de marzo marca un hito sin parangón en nuestra historia, en nuestro presente, en nuestra realidad.

Así como el ocho de marzo, declarado por la Organización de las Naciones Unidas como Día Internacional de la Mujer, se destacan los avances que han existido en cuanto a la igualdad y se denuncian las tareas pendientes, el nueve de marzo es un día elegido para que se ponga frente a nuestros ojos la necesidad de tomar acciones urgentes en torno a la mujer, sus derechos, su vida, su integridad, su papel en la sociedad; es un grito que nace del dolor, de la rabia, de la impotencia, del hecho de que en nuestro país las mujeres mueren, son acosadas, son vilipendiadas, son humilladas y sometidas sin miramiento, sin acciones de políticas públicas y, peor aún, sin que el resto de la sociedad cobre conciencia de eso.

Nuestros políticos creen que con el empleo del lenguaje inclusivo, que en ocasiones raya en comedia involuntaria, que con crear instituciones que pomposamente dicen defender a la mujer y con hacer discursos encendidos se solucionan los problemas. En realidad, el asunto tiene mucho mayor calado.

Lo que se pone a la luz este nueve de marzo es, entre otras cosas, la equivocada forma que tenemos en nuestro país para llevar adelante la formación, la educación y la dinámica social, usando los estereotipos de género como herramienta inconsciente de nuestras acciones como padres, como hermanos, como hijos, como amigos, como compañeros de trabajo, como todo.

Un estereotipo de género consiste en una opinión o un prejuicio generalizado acerca de atributos, características o roles que hombres y mujeres tienen o deberían tener en una sociedad, únicamente por su pertenencia a uno u otro género. Así, si a la mujer se le considera como “protectora” entonces se le asigna, delega y casi se le deriva en su totalidad la formación y educación de los hijos, justamente por esa característica, permitiendo que el hombre se desligue de tales funciones. Y muchos ejemplos más.

En la “Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer” de la ONU podemos leer, en el artículo 5, como una obligación de los países, entre los que, por supuesto, está México: “Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres”.  Sobran las palabras.

No señor López, no Cardenal Sandoval, no se trata de un grupo de exaltadas conservadoras que buscan desestabilizar al país o promover el aborto; es un movimiento que tiende a demostrar que México es mucho, muchísimo más que ustedes y su visión minimizadora de una grave realidad que debe corregirse. Ha sido lamentable escucharlos ante esta iniciativa, como lamentable también es escuchar a sus escuderos y, peor aún, escuderas, demostrándoles sumisión y obediencia, tratando de minimizar el paro nacional, tratando de acallar a otras mujeres.

En México, las mujeres son más del cincuenta y uno por ciento de la población; este día debemos nosotros, los minoritarios, estar a la altura de las circunstancias. Creo que debe ser un día de la empatía masculina, entendida como eso de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos, que define el Diccionario de la Lengua Española. No es un día en el que debamos usar frases que recuerden que bien hacen las cosas las mujeres, es un día en el que nosotros debemos hacerlas por ellas, sin pedir aplauso, sin pretender medallas, simplemente hacerlas. 

Es una fecha que debe marcar nuestra visión del mundo, que debe ir más allá de los pálidos y desgastados colores de las ideologías políticas, que debe vencer los prejuicios religiosos, que debe demoler de una vez por todas la asignación estereotipada de roles sociales, que debe generar conciencia en las autoridades que algo deben hacer, no pronto, sino ya, de inmediato, para atender el tema de feminicidios, discriminación, exclusión, impunidad y un largo etcétera.

En suma, es un día para el cambio.

@jchessal