Ojalá todo fuera tan sencillo

El incendio en la sonda de Pemex, más allá de los memes sobre que hasta el mar se les quema, debe llamarnos la atención sobre el cuidado de los recursos naturales y nuestra  forma de habitar el mundo. Mientras se resuelven dudas sobre muchas decisiones oficiales hay muchas deficiencias y errores por cubrir plenamente probados.

La Sierra de San Miguelito y otras reservas son defendidas en el discurso oficial pero en la práctica se siguen cediendo a los empresarios. No hay agua y la poca que hay se le da a las empresas. Los planes de desarrollo se hacen para beneficio de unos cuantos.

Tuve el gusto de estar en Xilitla este fin de semana gracias a la invitación de El Colegio de San Luis (Colsan) y su flamante Casa Colsan Xilitla IXBA, para compartir una charla acerca del artista y promotor cultural Miguel Álvarez Acosta., autor entre otras obras de la novela Xilitla (lugar de caracoles) (1950) y quien dejó su biblioteca en ese lugar. 

La palabra exuberancia se queda corta. Siempre es una maravilla estar frente a tantas maravillas naturales, disfrutar de tantos colores y sabores y tener tiempo para la plática y la reflexión. Y lo agradezco. Siempre se queda uno con ganas de quedarse más tiempo, de quedarse definitivamente o de regresar a la brevedad.

Es interesante contrastar las dudas y asombros del protagonista de la novela en mención (que puede ser el mismo Álvarez Acosta) ante el proyecto y la construcción de la carretera y otros caminos en la Huasteca, con el progreso que hoy representan los nombramientos de Pueblo Mágico a Xilitla, Santa María o Aquismón, o hasta con la fractura a las áreas naturales que deberían ser protegidas para las nuevas generaciones. 

Cuando regresa, ya con la carretera en funcionamiento, se entera que es hora y media de Ciudad Valles a Xilitla. Antes, «para llegar a su destino tenía que hacer un día de ferrocarril y seis días a caballo cruzando la Huasteca».

En esa novela un viejo indígena, Damián Roque, le dice al protagonista, que es un docente llegado de la capital del estado: «Tú quieres mejorar a los indios sin preguntarles si están contentos. ¿Cuándo te han dicho que son desgraciados? Esos son inventos tuyos. […] Se necesita crearnos el amor a eso que llaman la civilización; mientras no lo hagan así, ni sepamos lo que es bueno, estaremos contentos siendo bestias […] mientras no te pidan lo que hace falta, no quieras darles lo que a la mejor les repugna. A ustedes les llaman “gente de razón”, pero se ve que no tienen mucha…» (p. 94).

La idea de progreso no es, y no debe ser, la que dominaba en la década de 1950, obviamente. Sin conciencia, por décadas se dan dado licencias a mineras o se han concesionado áreas que deberían ser patrimonio común, se ha privilegiado la visión centralista o se han descuidado territorios físicos y mentales. Vaya, últimamente hasta el Tangamanga I se ha convertido en un lugar inseguro.

Por ejemplo, en La Media Luna el cuidado está a cargo de los ejidatarios de El Jabalí, pero no en todo el estado se tiene el trabajo comunitario que requiere un sitio al que el turismo podría sobrepasarlo. Y recordemos aquel incendio en el área comercial de La Media Luna, tan sospechoso.

El cuidado de nuestro patrimonio debe abarcar el de tipo cultural, y eso implica replantear buena parte de nuestra historia. Implica también que en pleno siglo XXI ya no deberían considerarse graciosos chistes como el que cierta compañía hizo contra los voladores de Papantla mediante el “cómico” Arath de la Torre. “Cero interés”, dijeron. Igual con los Voladores de Tamaletom, de San Luis Potosí, o más, pensarían.

Dime de qué te ríes y te diré quién eres.

Carreteras concesionadas muy caras y otras intransitables (por sus hoyancos o por sus asaltos) son otra arista del descuido patrimonial. Tantos lugares por visitar en San Luis Potosí merecen garantías tanto para el viajero como para quien vive en la zona visitada.

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Posdata: Este 8 de julio iremos a presentar La bruja guachichil, palabras para otra magia (Secult/ Colsan, 2021) en los Jueves Culturales del Centro de las Artes de Querétaro. Los comentarios estarán a cargo de Eduardo Garay Vega y Ulises Avendaño López.