Cuando se dice que alguien está “marciano”, generalmente se alude a que se linda con lo estrafalario, extraño y hasta desquiciado, pero que no por eso deja de tener una curiosa como interesada lógica. En la obra del escritor norteamericano Ray Bradbury, ese tipo de comportamiento sirve de fondo para desarrollar historias que tratan de poner en cuestión dichas conductas con la pretensión de enderezarlas, sobre todo cuando se impacta en las relaciones sociales. En la novela “Fahrenheit 451” refiere la historia de un bombero que, en lugar de apagar fuegos, se dedica a… ¡quemar libros! En otra de sus obras, titulada “Crónicas marcianas”, refiere, por ejemplo, el caso de una comunidad de esclavos negros dispuestos a irse a la Luna con tal de no sufrir maltratos de sus amos, uno de los cuales, acongojado por que no tendrá ya más lisonjas y servilismo forzado, suplica que, antes de partir, se despidan y se dirijan a él como… “el señor”.
Lo anterior viene a cuento porque, en estos días, nuevamente se llevará a cabo una marcha de ciudadanos que, aunque muy en su derecho de salir a la calle a manifestar su rechazo al denominado Plan B de la Reforma Electoral propuesta por el presidente AMLO, no dejan de sorprender por la incongruencia de apoyar lo que el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, denominó “las barbaridades de Lorenzo”, en alusión a las declaraciones medio desquiciadas del consejero presidente del INE y otros corifeos de la derecha que insisten en que se pone en riesgo la existencia del organismo electoral, el proceso comicial presidencial venidero y la democracia toda en el país. Bajo la consigna de que “el INE no se toca”, nuevamente los partidos que hicieron del “Pacto por México”, fraguado por Peña Nieto, su inicial punto de encuentro, llevarán agua a su molino tratando de evitar perder la cuota correspondiente en el nombramiento de consejeros que, como ya se precisó, constitucionalmente sí pueden ser sorteados si es que no se alcanza una mayoría calificada de legisladores federales.
Las barbaridades y exabruptos de Lorenzo Córdova no son nuevas, por supuesto, Recordemos cuando se burló, groseramente, de la forma y contenido de lo expresado por un representante indígena, calificando el incidente como una “crónica marciana”, aludiendo precisamente al título de la novela de Bradbury. Pero bien vista la cosa, y como suele suceder en estos casos, la mofa de Lorenzo decía más de él que de las personas a quienes trataba de humillar. Pero ya metidos en gastos, por supuesto que lo que más cala a Lorenzo y compañía (altos funcionarios de su círculo cercano) es la posibilidad de perder privilegios y onerosos sueldos. Allí está el detalle, diría un clásico; por eso, la respuesta popular no se hace esperar preguntándose si no pudieran hacer también una marcha con la consigna “García Luna no se toca”, nomás como botón de amplia muestra que, igual, podría merecerles la movilización de muchas “almas” (como gustan decir en la derecha).
En fin, lo que vemos en los días que corren son extraños malabares políticos que, en el fondo de las formas, tienen más que ver con una peculiar lógica de movimientos de distintos actores políticos y poderes fácticos encabritados porque, en el contexto de la sucesión presidencial, no hallan por dónde descarrilar lo que se avizora como continuidad de un proceso transformador da la realidad social mexicana que, obviamente, los deja sin posibilidad de seguir haciendo de las suyas como antaño.