Se ha preguntado cuánto plástico consume a diario. Hay una tendencia mundial de fomentar la reducción del uso y consumo de plásticos en beneficio del medio ambiente. Precisamente, el uso intensivo de éste, ha generado residuos difíciles de manejar. Empezando porque no es degradable. Esto quiere decir que, cuando se desecha, no se descompone fácilmente como sí lo hace por ejemplo, el papel. Hoy en día, el plástico es responsable en gran parte de los residuos contaminantes que se acumulan en nuestro planeta.
El uso del plástico es insostenible y es un claro ejemplo de los impactos de la cultura del usar y tirar. Por ello hay que ir al origen del problema y, en primer lugar, reducir la cantidad que se pone en circulación y después apostar por la reutilización. Ya hay un movimiento creciente de personas en todo el mundo que están apostando por un estilo de vida libre de plásticos de un solo uso.
Reducir el uso y el impacto que los plásticos tienen sobre los ecosistemas es responsabilidad de todos y todas, tanto de las administraciones públicas como de la ciudadanía.
Algunas estadísticas nos dicen que por cada habitante en México se producen 200 botellas de pet, que somos el doceavo país con mayor consumo de plástico en el mundo, que cada persona adquiere 48 kilos anuales de basura plástica mientras que en el resto de América Latina el promedio es de 32 kilogramos y se estima que para este 2020 nuestro país genere 500 millones de toneladas, reciclando sólo el 15%. Además en la última década el hombre ha producido más plástico que en toda su vida sobre este planeta, la mitad del plástico que consumimos está hecho para ser usado una sola vez y se tira suficiente plástico cada año para dar cuatro vueltas enteras a la Tierra.
En San Luis Potosí ha sido modificada la Ley Ambiental para entrar a la moda de la regulación del plástico, pero tal parece que nuestros congresistas ingresaron a lo cosmético y no al fondo. En muchos lugares se privilegió la línea de transformar la conducta de las personas antes de originar la simple prohibición. También legislaciones progresistas dejaron a un lado el prohibicionismo y lo intercambiaron por incentivar acciones a favor del medio ambiente.
La normatividad prohíbe que a partir del 1 de febrero del 2020 los establecimientos comerciales y mercantiles proporcionen a sus clientes bolsas de plástico desechable para el traslado de mercancías, ya sea de manera gratuita o a la venta para ese propósito. No se sancionará a aquellos establecimientos comerciales y mercantiles que proporcionen para el acarreo de los productos, bolsas reutilizables o desechables cuando éstas sean cien por ciento compostables o biodegradables. Se podrá usar bolsa de plástico, solo para conservación de alimentos, para uso médico, empacados de origen. Se prohíbe el uso, venta y consumo de popotes de plástico. Los productores o distribuidores de contenedores y popotes biodegradables, compostables o reciclados deben presentar ante la SEGAM para su registro y previa comercialización, la validación de composición, porcentaje y tiempo de degradación en los términos de la ley. Dichos contenedores deben llevar impreso el número de registro otorgado por la SEGAM, así como el desglose de composición del mismo. Los comerciantes y/o establecimientos, sólo podrán usar contenedores o bolsas compostables o biodegradables de fabricantes / distribuidores autorizados por SEGAM. Las sanciones van desde los decomisos, amonestación escrita o multas de 3 hasta 1,400 UMAS o el doble para caso de reincidencias.
Los cambios así son un grano de arena, pero poco impactan para combatir la contaminación provocada por el uso desmedido de los plásticos. Es decir, la modificación a la ley seguramente no cambiará realidades, por no tener una planeación estratégica de largo alcance, y parece solamente que busca cumplir con una escueta simpatía electoral.
La Legislatura Local, junto con la Secretaría de Ecología y Gestión Ambiental (sí, esa dependencia que siempre anda perdida repartiendo culpas y responsabilidades a todos), deberían promover la aplicación del artículo 1ero Constitucional y los principios del Acuerdo de Escazú, fomentando la armonización de la legislación ambiental local, es decir, originar cambios y modificaciones a todas las disposiciones legislativas y reglamentarias, así como a las prácticas administrativas, que redunden en una mejor protección de los derechos humanos medioambientales para lograr efectivamente la justicia climática; creo que es un gran reto pero ellos tienen los recursos y la potestad para lograrlo.
Primero debe impulsarse la participación ciudadana. En el caso de los plásticos ¿existieron foros --- en la capital y en el interior del Estado--- donde se escucharan todas las voces interesadas? Productores, consumidores, ambientalistas, académicos, cámaras y público en general, con conocimiento previo de las reformas propuestas a la ley ¿tuvieron un espacio para expresar sus ideas?
Luego, debe fomentarse (pero de verdad, no regalando bolsas verdes con logos de la SEGAM) la cultura de la “desplastificación” e implementar una verdadera y autentica “educación ambiental”, realizada con metodología de vanguardia, entendiendo que el consumo desmedido es un problema cultural que tenemos que enfrentar de raíz. Pregunta razonable para generar una campaña efectiva: ¿Cómo acabar con este consumo de los plásticos de un sólo uso y empezar a promover una cultura de ahorro, reciclaje e implementar medidas sustantivas? Que respondan los expertos y que las líneas de acción sean aplicadas como política pública.
En la reciente reforma la Legislatura Local satanizó los popotes y las bolsas de plástico, empero y qué pasa con cubiertos, globos, platos, vasos, cápsulas de café (ya prohibidas en muchas partes de Europa) y un largo listado de artículos de plástico de un solo uso, así como el unicel que también es altamente contaminante. Entonces la solución definitivamente debe ser integral.
Posiblemente es mejor armonizar la ley y emitir regulaciones concordantes que piensen en todo el medio ambiente, como por ejemplo una Ley de Residuos Sólidos que prevea separar la basura desde su generación hasta su destino final, pero ello requiere de voluntad política, de mucho estudio y de un gran liderazgo ambiental que actualmente San Luis Potosí no tiene.
Por mientras, todos debemos asumir un compromiso y fomentar en nuestro circulo familiar, de amistad y profesional, el principio de las “6R”: reciclar, reducir, reutilizar, repensar, reestructurar y redistribuir.
Delírium trémens.- La fracción I del artículo 104 de la Ley Ambiental dice que la SEGAM promoverá el uso de sistemas de reciclamiento de desechos sólidos para disminuir su cantidad, a través de la separación y clasificación, así como la operación de sistemas de reciclaje. Esta disposición existe desde septiembre del 2009 y no recuerdo algo tan sencillo como campañas sociales que motiven y promuevan la separación de basura. Obvio, no hay voluntad por cuidar nuestro entorno por parte de la autoridad. SEGAM 5 – Medioambiente 2.
@luisglozano