Altius, citius, fortius (“más alto, más rápido, más fuerte”) es el lema de los Juegos Olímpicos. Este año se le agregó oficialmente communiter (“juntos”). Debería añadirse “y más sano”, o de plano cambiarlo por mens sana in corpore sano (“mente sana en cuerpo sano”), porque vaya que lo necesitamos.
Aunque ya estemos en 2021, y a varias horas de diferencia, muchos nos vamos “en vivo” a Tokio 2020, a disfrutar deportes que usualmente no se transmiten aquí, de madrugada, con tal de ver los logros de tantos humanos y también para ver si los compatriotas nos dan el gusto de decir “¡ganamos!”
Desde lo social, mucho hay que aprender y reflexionar.
Entre tantas preguntas posibles comparto las siguientes: ¿qué sectores de la población mexicana tienen acceso a qué deportes?, ¿cómo se promueven?, ¿cómo se apoyan? ¿Qué se hace o se puede hacer en materia de cultura física y deportiva? También: ¿qué tanto se vale presionar a los deportistas para lograr ese “alto rendimiento”? ¿Quién patrocina y para qué?
Ana Gabriela Guevara, titular de la Conade, dijo que la delegación se traería unas diez medallas, pero en disciplinas donde se esperaba oír el Himno Nacional Mexicano ya no se pudo y las dos que ha habido han sido de bronce: en arco, Luis Álvarez y Alejandra Valencia, y en clavados sincronizados de 10 metros, Alejandra Orozco y Gabriela Agúndez. Aún hay posibilidades en clavados, futbol y otras.
En cinco ocasiones los representantes mexicanos se han quedado en cuarto lugar, a milésimas o a milímetros (como Alejandra Orozco) de la medalla. Como dicen en algunos medios, con una frase que me choca, “arañaron” o “acariciaron” el podio.
Clavadistas que sacaron cero, futbolistas que fallaron un tiro penal, tiradores que empezaron con puntuación perfecta y se equivocaron en la fase final… “Errores imperdonables”, dicen los comentaristas. Sobre todo en estas competencias mundiales, a media pandemia, lo que pasa en los juegos olímpicos debe hacernos prestar más atención a la salud mental de competidores, entrenadores y por supuesto de los espectadores. El odio que se destiló contra las jugadoras de softbol nos habla de que algo está muy mal en muchas psiques.
Las noruegas llegaron al balonmano en short en lugar de bikini y fueron multadas. Otro caso es el de An San, arquera de Corea del Sur; hombres de su país “están exigiendo a la Asociación de Tiro con Arco que recupere sus medallas de oro alegando que es una feminista de pelo corto”.
De la disciplina exagerada y del deseo de ganar a toda costa ya hemos hablado en este espacio, con el ejemplo de los personajes de Cobra Kai: golpea primero, golpe duro, sin piedad. Así hay muchos entrenadores que creen que si la letra con sangre entra, el deporte más; hay público que cree que “sus” deportistas no hicieron su mejor esfuerzo; hay patrones que exigen “trabajar bajo presión” y “ponerse la camiseta” aunque no haya la debida remuneración.
Tras desistir de participar en equipo o individual, la multipremiada gimnasta estadunidense Simone Biles, icono de las olimpiadas, habló de los twisties, un bloqueo mental que disocia el pensamiento del cuerpo, de reacciones mecánicas y el miedo a sufrir uno que la lesionara por perder el sentido del espacio. Este desgaste mental, poco reconocido, se nos ha presentado a muchas personas. Burnout, le dicen ahora en la pandemia. Fátiga extrema, depresión y estrés, se le ha dicho antes.
Con el retiro de Biles han salido más y más casos donde el debido disfrute y el desarrollo de las potencialidades físicas propias ha cedido ante maltratos o abusos. Minimizado por muchos, este cansancio y las altísimas expectativas de sus entrenadores o el público han “quemado” a muchos deportistas y profesionales de otras áreas, poniéndolos en riesgo. Un caso puede ser el del escritor George R.R. Martin, quien por la presión no ha podido terminar el nuevo libro de su famosa saga.
Por cierto, muy diferente es hacer lo que nos corresponde mal y de mala gana. Los constructores de la presa y acuducto El Realito se merecen medalla de oro en o quizá hasta en fraude. Tantos desperfectos no pueden significar otra cosa que la obra fue hecha con materiales de mala calidad y que mucho dinero se quedó en bolsillos que deberían ser investigados.
Otra cifra que parece buscar romper algún récord es la de asesinatos. San Luis Potosí está en un vergonzoso segundo lugar nacional en aumento de homicidios, solo después de Zacatecas. Ya son al menos dos o tres diarios, y algunos son cometidos en las vías más transitadas. Uno reciente es el de un hombre ejecutado a medio día en el río Santiago, al parecer por su copiloto. Y ahora sí que la procuración de justicia nada de a muertito.
Otro apunte: para muchos, si los atletas pierden es su culpa, si ganan es logro nacional. Como en la pandemia, ay. De antier a ayer SLP rompió su récord de nuevos contagios con casi 600. Para la mayoría ya es casi inevitable salir, así que lo más que se pueda: estar al aire libre, con distancia y con mascarilla N95 bien puesta.
Ejercitarnos y gozar del desarrollo de nuestro potencial es bueno, al mejorar nuestra salud física. Ganar, sí, intentarlo con todas nuestras fuerzas, pero sin lesionarnos. Ganar, pero sin provocar que otros dejen su tranquilidad mental en el intento.
Cuidémonos.
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Posdata 1: mañana 2 de agosto se cumplen 15 años de que empecé a publicar mi primer blog, del mismo título que esta columna. Gracias a quienes han colaborado, a quienes han hecho que diariamente haya mínimo cien “clicks” y ya supere un total de 720 mil visitas.
Posdata 2: La bruja guachichil, palabras para otra magia, se presenta en el Instituto Potosino de Bellas Artes (IPBA) este 6 de agosto. Agradezco a Andrea Saldaña y a Ana Neumann por acompañarme con sus comentarios, y a Saúl Castro por la anfitrionía.