Potencia científica

“El principal ingrediente en 

la salsa secreta que lleva a la innovación es la libertad”. 

Matt Ridley, How Innovation Works

La presidenta Sheinbaum afirmó en su informe de los primeros 100 días de gobierno que “México será una potencia científica”. Ayer, además, presentó el Plan México, que se describe a sí mismo como una “estrategia nacional de industrialización y prosperidad compartida”. ¡Qué maravilla que un gobierno pueda decretar tan fácilmente que seamos una potencia científica e industrial! 

El domingo dijo que ya hay equipos “trabajando y recursos suficientes para implementar los proyectos científicos de desarrollo tecnológico, como el auto eléctrico Olinia, el taller de diseño de semiconductores, y en los siguientes días se instalan los grupos de científicos que diseñarán aviones no tripulados, boyas marinas para medición, métodos de extracción de litio, la fábrica de software libre e inteligencia artificial, entre otros desarrollos propios”. El Plan México propone llegar al “top 10 de las economías” del mundo, elevar la inversión “arriba de 25 por ciento del PIB a partir de 2026 y arriba de 28 por ciento en 2030” y crear “1.5 millones de empleos adicionales en manufacturas y en sectores estratégicos”. 

El problema es que la innovación, la ciencia y la industria no florecen con programas gubernamentales. Los planes quinquenales de la vieja Unión Soviética fueron un fracaso, igual que los planes nacionales de desarrollo mexicanos. Un país como Estados Unidos, sin esos intentos de planificación central, ha crecido mucho más y con mayor solidez. 

La innovación no se da en las burocracias gubernamentales, necesita libertad para florecer. Steve Jobs y Steve Wozniak desarrollaron los primeros prototipos Apple en una cochera en Los Altos, California. Larry Page y Sergey Brin crearon el primer algoritmo de búsqueda de internet, Google, cuando eran estudiantes de Stanford. Los científicos del Conahcyt, en cambio, no han podido fabricar ni los respiradores mecánicos ni la vacuna Patria que prometieron el sexenio pasado, pese a que eran simples imitaciones. 

Los avances tecnológicos no se logran con monopolios o prohibiciones. LitioMx no desarrollará nuevas tecnologías de extracción y procesamiento de litio si no tiene competencia. Al prohibir el uso de la biotecnología no tendremos mejores semillas ni cosechas. De nada sirve financiar el Instituto Mexicano del Petróleo si descartamos la fractura hidráulica, el avance más importante en la producción de hidrocarburos de las últimas décadas. 

El Plan México propone el regreso a la ya fracasada sustitución de importaciones. Supone, como los economistas de la Cepal de los cincuenta, que la situación de los mexicanos mejorará si se frena la importación de productos buenos y baratos para sustituirlos con otros de peor calidad y más caros, pero locales. 

Este plan reconoce la importancia de contar con más y mejor electricidad, pero se queda muy corto. Propone “crecer la capacidad instalada de generación eléctrica en más de 20 mil MW” cuando tan solo en el sexenio de Peña Nieto se autorizaron 37,444 MW y sin considerar que debe compensarse la caída a 11,620 MW del sexenio de AMLO (IMCO). Víctor Ramírez, de P21 Energía, me dice que “se requieren 45 mil MW solo de energía limpia., 55 mil MW en total”. Además, para la transmisión, monopolio de la CFE, se requieren unos 10 mil millones de dólares adicionales. La Comisión no tiene para todo. El Plan México propone llevar a nuestro país al “top 10 de países en valor de la producción aeroespacial”, pero también “liderar la primera misión 100 por ciento latina al espacio”. ¡Costoso sueño guajiro! 

Los planes nacionales de desarrollo no valen más que el papel en el que han sido impresos. El camino para ser una potencia científica e industrial no pasa por la planificación central. Obliga a una mayor libertad. 

Top 10

El Plan México dice que la economía nacional llegará “al top 10” (así, con ese anglicismo). Actualmente México está en el lugar 14, pero de la suma total. En términos per cápita estamos apenas en 68. 

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