Pretensiones

En medio de pretendidos diálogos sostenidos entre el papa Benedicto XVI y el cardenal y arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, se desarrolla la película Los dos papas (The Two Popes), estrenada el día de ayer por Netflix.  

A partir de una supuesta visita desde Buenos Aires a Castel Gandolfo, en que el arzobispo bonaerense pretende que el pontífice le acepte su dimisión al cargo, ocurren una serie de charlas que permiten conocer algo de la vida del actual papa y mucho de la mentalidad del papa emérito.

Interesantes intercambios verbales salpicados de citas bíblicas, teológicas, y humorísticas, permiten suponer los motivos que llevaron a Benedicto XVI a dimitir al papado y la posterior llegada de Francisco, su sucesor.      

Protagonizada por Jonathan Price y Anthony Hopkins, en las caracterizaciones de Bergoglio y Ratiznger, no es una película que aborde el aspecto de la religiosidad en el papado, sino que se centra en su gobierno temporal y por consiguiente en el manejo jerárquico y estructural del mismo.

Me quedo con una frase, entre muchas, de las articuladas en la película: Cuando nadie es culpable, todos somos culpables.  

No todo gira en torno a la política, menos en esta temporada que debería ser de descanso y buenas intenciones, por eso en esta ocasión me permití iniciar con la recomendación de esta película. Aprovechen su descanso, y acepten la sugerencia. 

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Resulta que ahora parece, o al menos eso nos quieren hacer creer, que en San Luis Potosí todo marcha a la perfección en materia de seguridad. En días pasados, según datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, mientras a nivel nacional la tasa de homicidios es de 22.7, en nuestro estado es del 14.1, con una notable reducción de homicidios.

Los datos más tardaron en ser publicados, que aquí en ser difundidos por los allegados al gobierno estatal. Creo que nadie de los que me lee, y ningún potosino pensante, podría creer la afirmación, salvo el gobernador, su gabinete y todos a los que les dio chamba. Esa afirmación, insisto, es una mentira descarada. 

Frente a mi cuestionamiento y burla en redes sociales, alguien muy cercano a palacio, de inmediato me marcó el alto, y se esforzó en explicarme detenidamente que los datos no fueron vertidos por Gobierno del Estado, sino por el Sistema de Seguridad Pública, enfatizando que en el caso de homicidios dolosos no hay cifra negra. 

Según se me detalló, aunque los datos de origen son dados a conocer por la Fiscalía del Estado, la información es confiable dado que se enfrenta a tres tamices: el Inegi; el violentómetro [sic] del periódico Reforma, elaborada a partir de reportes periodísticos; y la Mesa Estatal de Seguridad, teniendo como testigos de honor a los representantes de la Fiscalía General de la República, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, y la Sedena, lo recabado en estas inútiles reuniones de buena voluntad son remitidos a Presidencia de la República. 

Concluyeron la magistral cátedra, señalándome que todos coinciden en ubicar a San Luis Potosí, por debajo de la media nacional de inseguridad. ¡Regocijémonos!

La cuestión, definitivamente, no es dónde se ubique San Luis, sino la falta de interés que este aspecto guarda dentro de la actual administración; todos los encargados del asunto, son unos auténticos baquetones que no la perciben porque ni están en contacto permanente con ella, porque difícilmente la enfrentarán considerando que traen seguridad permanente, y porque simplemente no les interesa otra cosa que no sea pavonearse y cobrar sus centavitos en la quincena. Desde el gobernador para abajo, estamos en manos de unos inútiles y pusilánimes. 

Agradezco, desde luego la explicación, pero nada más no la asimilo, por un lado queda claro son mis limitantes mentales, pero por otro, del diario me entero que algún conocido, fue víctima de la inseguridad generada por la delincuencia, en cualquier zona de la ciudad. 

Esperemos que el próximo año, que es ya pre electoral, entonces sí les dé por comenzar a trabajar en lo que nunca hicieron. Nadie, desde luego, discute la honestidad del Güerito, lo que se señala es su incapacidad. 

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Podrán decir que son figuraciones mías, pero esta incapacidad se extiende entre casi todos los secretarios, veamos el reciente caso de abuso sexual infantil en el municipio de Aquismón. El secretario de Educación, Joel Ramírez, nunca ha tenido la voluntad de aplicar protocolos y medidas efectivas contra este tipo de situaciones; siempre ha resultado más fácil silenciar y transferir, que actuar efectivamente. Por algo son políticos, antes el arte era comerla, ahora es embarrarse por completo. 

Dicen los que saben, y los que no, repiten, que hoy es sábado social, disfrútenlo, pero no se excedan. Pasen ustedes una muy feliz Navidad.