Mire usted lo que son las cosas. Mientras que ante el declarado y descarado proyecto caciquil del gallardismo la inmensa mayoría de los potosinos -unos por interés, otros por miedo, algunos más por indolentes y uno que otro por despistado- optaron por mirar para otro lado, súbitamente viene la presidenta Claudia Sheinbaum y sin decir agua va coloca la primera piedra del muro de contención a los afanes de los Gallardo.
Por su calado, es obvio que el planteamiento presidencial para acotar el nepotismo y suprimir la reelección requirió amplias reflexiones, consideraciones y consultas. No puede asumirse que se trate de un misil político específicamente dirigido contra el gallardismo. ¿O sí? La duda vale porque sería una forma astuta y sofisticada de ajustarle cuentas al mandatario estatal que tan mal trató a las hermanas Rodríguez Velázquez, tan cercanas a los afectos presidenciales. No lo creo, pero imposible pasar por alto la posibilidad.
La primera referencia formal de la doctora Sheinbaum a este tema ocurrió el día primero en el Zócalo, como punto número once de sus cien compromisos de gobierno. En un mismo párrafo se aludió a dos cuestiones: reelección y nepotismo. En el documento original se lee lo siguiente:
“Enviaremos una iniciativa de reforma constitucional para recuperar el principio democrático de la no reelección, para que a partir del 2030 ningún puesto de elección popular pueda ser reelecto. Impulsaremos la prohibición de suceder a un familiar directo en los cargos de elección popular. No al nepotismo”.
Al concluir la lectura de esas pocas líneas, la Presidenta improvisó brevemente para mencionar cargos públicos, sin que quedara claro si eran referidos a la no reelección o al no al nepotismo. Esto llamó la atención aquí porque entre los cargos citados no incluyó las gubernaturas. Además, se quiso entender que el plazo para aplicar esas reformas sería hasta el 2030, tres años después de que Gallardo Cardona haya concluido su sexenio. Son los riesgos de la improvisación y saldos de lecturas e interpretaciones interesadas.
Tres días más tarde, viernes 4, durante su mañanera la presidenta Sheinbaum fue preguntada respecto del punto concreto del nepotismo y respondió “lo estamos trabajando”, para luego puntualizar que las reformas legales correspondientes se referirían al poder Ejecutivo, o sea, dijo, a presidencias municipales, gobernaturas y la Presidencia de la República. Luego añadió que la restricción está contemplada para el ejercicio inmediato. Es decir, que según el caso de que se trate, el pariente tendría que esperar tres o seis años para ocupar el mismo puesto. En lo que aquí toca, cualquier pariente cercano de Gallardo Cardona tendría que esperar mínimo al 2033 para buscar la titularidad del ejecutivo estatal.
Obviamente, la postura presidencial, que como bien sabemos tiene los votos suficientes en ambas cámaras del Congreso de la Unión para sacar adelante cualquier reforma, incluidas las constitucionales que imponen mayoría de dos tercios, sacudió el avispero.
Para comenzar salen del escenario los dos orgullos del nepotismo gallardista: la señora Ruth y el papá.
Sin embargo, el hecho de que, llegado el momento, Gallardo Cardona no pueda heredarle el puesto a un pariente cercano, no quiere decir que en automático renuncie al empeño en dejar un sucesor a modo. Ahí, como ya lo hemos dicho, le va a batallar un poco por su gusto obsesivo compulsivo de rodearse de mediocres. ¿A quién puede impulsar, a Hernández Villafuerte, a Mamá Leo, a doña Chelito o el zar de los moches Navarro?
Muchos seguirán pensando en Uñas Largas, pero al respecto, cada día que pasa más me convenzo de que no tiene posibilidad ninguna. Tan es así, que súbitamente Juan Carlos Valladares Eichelmann volvió a ser invitado a cuanto evento público se ofrece. Que nadie se engañe, los vínculos políticos más potentes del extitular de la SEDECO son con Manuel el Guero Velazco, no con Ricardo Gallardo. O si se quieren ver las cosas desde otro ángulo: Juan Carlitos, como le dicen sus amigos, no va a olvidar quién es, qué edad tiene, de dónde viene, cuánto vale, cuál es su familia y con quién está casado, para convertirse seis años en la marioneta de un individuo tipo RGC. No hay manera ni de imaginarlo.
Podría llegar a ser candidato por el Verde y podría incluso ganar la elección, pero por mi madre bohemios que al primero que dejaría de contestarle el teléfono sería a Gallardo Cardona. Y a revisar con lupa su sexenio por si se pone carrascaloso y hay que darle un estate quieto. ¿O no?
Mientras tanto, llevan una semana que no se les cae la sonrisa de la cara a Galindo, Rita, Verónica y, por supuesto, el fan número uno del gobernador, Gerardo Sánchez Zumaya.
YA ES PREOCUPANTE
Yo solo veo dos opciones: Ricardo Gallardo Cardona ya dejó de razonar con un mínimo de coherencia o ha alcanzado grados de cinismo espectaculares y patológicos. Me explico:
El mismo gobernador, la misma persona, el mismo ser humano que hace unas semanas nombró secretaria de Finanzas a una mexiquense representante de los intereses del PVEM; que casi al mismo tiempo encomendó las delicadas tareas de secretaria de Salud y directora de los Servicios Médicos a las también mexiquenses Leticia Mariana Gómez Ordaz y Elizabeth Dávila Chávez, respectivamente; que apenas el lunes encomendó el cuidado de su joya más preciada, la Arena Potosí, a la chilanga Liliana Malvido Flores, a quien tenía manejando el Sifide desde hace tres años; el mismo que en días pasados entronizó al siniestro chilango Héctor Serrano como cabeza efectiva del Poder Legislativo potosino, ese mismo señor que se llama Ricardo Gallardo Cardona descalifica, fustiga y amenaza con los infiernos más atroces a personal local del Instituto Nacional de Antropología e Historia por el hecho de ser ¡forasteros!
Dicho de otra forma, el mandatario que se rasga las vestiduras, enfurece, ofende y pierde los estribos porque el encargado del despacho de la delegación del INAH es ¡un forastero!, en menos de un mes ha encomendado media docena de posiciones claves en su administración ¡a forasteros!
En mi vida, que no es poca, nunca había visto semejantes incongruencias e incoherencias; tanto desparpajo para hablarle a una comunidad de tres millones de potosinos exactamente como si todos tuviéramos cinco años de edad.
Preso de sus furias charras, Gallardo Cardona ya anunció que va a pedir la destitución (así, “la destitución”, no el cambio) del funcionario federal que lo hizo enojar. Le tengo una mala noticia. La presidenta Sheinbaum ratificó al frente del INAH al antropólogo Diego Prieto Hernández. Este señor es el mismo que hace justamente un mes autorizó una comedida pero dura respuesta al mandatario potosino, diciéndole que la única razón porque la delegación no ha autorizado el proyecto de su gobierno para la rehabilitación de la alameda Juan Sarabia es porque nunca lo han presentado.
Como dice la frase común, “la suerte está echada”. Ya el gobernador anunció que va a pedir la cabeza del encargado de despacho de la delegación del INAH. Si la consigue, ninguna garantía tiene de que en su lugar manden a alguien más aquiescente, más dócil, más tripulable. Igual le hacen el gusto, pero le mandan alguien más difícil, con lo cual ganando habrá salido perdiendo. La otra opción, que lo ignoren y siga aquí el satanizado Hugo Cotonieto.
Antes de irnos, en relación con el tema de la nutrida, inédita y poco afortunada incorporación de forasteros a la administración gallardista, desde sus comienzos en septiembre del 2021, aunque estoy consciente de que no sirve de nada porque nunca se le ha considerado vinculante, para efectos de ilustración reproduzco el artículo 23 de nuestra Constitución estatal. Dice:
“Los potosinos, en igualdad de circunstancias, tendrán preferencia frente a los nacidos en cualquier otra parte del territorio de la República Mexicana o a los extranjeros, para obtener toda clase de concesiones, empleos, cargos o comisiones del gobierno, en que no sea indispensable la calidad de ciudadano potosinos”.
COMPRIMIDOS
Nuestros ilustres, facilitos, quedabien y alguna vez respetables empresarios que ya se apuntaron para comprar palcos en el monumento a los caprichos y excesos del gallardismo, conocido como Arena Potosí, les convendría pedir a sus abogados que revisen bien los términos de la operación, pues aunque el changarro ese tiene carácter de Organismo Público Descentralizado estatal, no queda claro si tiene atribuciones para enajenar partes de un patrimonio público, sin por lo menos recabar antes autorización del Congreso. No vayan a comprar humo.
Las huestes legislativas que tan mal comanda Serrano tuvieron un estreno atroz y patético con el caso del diputado panista Marcelino Rivera, a quien en primera instancia negaron su derecho a rendir protesta el 14 de septiembre. Semana y media después el Tribunal Estatal Electoral les ordenó rectificar y que le tomaran la protesta de ley en un plazo no mayor de 48 horas. Emberrenchinados como niños chiquitos, acataron el mandato judicial pero una semana después. Nomás porque este es un periódico decente no lo cito, pero me recordaron un consuelo famoso en las pláticas de cantina.
Sé que no hay posibilidad alguna de una respuesta positiva, pero ojalá el gobierno del estado fuera tan amable en desglosar los 22 mil millones de pesos que dice haber invertido en infraestructura. Los genuinamente interesados en la cosa pública no le encontramos la cuadratura al círculo. Aun suponiendo que se refiera a tres años de ejercicio y no a uno como se supone debería de ser, simple y sencillamente no hay cómo justificar esa cifra. Con datos a julio pasado, en los para entonces 34 meses de la administración gallardista, según sus propios informes, la Seduvop había contratado 6 mil 031 millones de pesos, la Junta Estatal de Caminos, 263 millones 004 mil 411 pesos, y el IEIFE algo así como 900 millones. En total, suman 7 mil 194 millones 222 mil 292 pesos. Ni la tercera parte de los proclamados 22 mil. ¿De dónde los sacaron? Solo ellos saben.
El mujeruco que logró ser alcalde de Venado diciéndole a nuestras oligofrénicas autoridades electorales que un buen día amaneció sintiéndose mujer -con Eloy Franklin de chambelán- andaba muy preocupado al enterarse de que por iniciativa presidencial ya no se permitirá la reelección de alcaldes, pero se le prendió el foco y anda diciendo que para el 2027 va y se dice lesbiano para que lo dejen participar de nuevo. Ingenioso el delincuente electoral éste.
Hasta el próximo jueves.