Cuentan que en el año 2002, antes de que se celebrara el debate de la segunda vuelta de las elecciones para presidente en la república francesa, los dos contendientes, Jaques Chirac y Lionel Jospin se encontraron frente a frente antes de ingresar a lugar donde se realizaría el evento. Haciendo gala de su mejor educación, Jospin se acercó a saludar a su oponente mientras le decía: “-Que gane el mejor-“, a lo que Chirac, con su mejor sonrisa, respondió: “-Muchas gracias-“ y se alejó.
Los debates como medio de contribución al fortalecimiento de la democracia tienen ya una larga historia. Se tienen registros de que alrededor de 1858, Abraham Lincon debatió contra Stephen Douglas por un escaño en el Senado norteamericano. En Suecia, en el año 1934 se transmitió por radio un debate entre candidatos que para la década de los cuarenta se mudó a la televisión. En 1960 en Brasil, se llevó a cabo un debate entre candidatos a la presidencia que fue muy sonado debido a que el candidato favorito y que finalmente ganó, Janio Cuadros, no asistió. Once días después del debate brasileño se celebró el famoso debate Nixon vs. Kennedy. Tres años después, en 1963 se televisó, al igual que ocurrió en Brasil y Estados Unidos, un debate entre los contendientes presidenciales.
Se recuerda mucho entre los círculos de estudio sobre debates, el realizado en Ecuador en 1978, que estuvo enmarcado dentro de la salida de la dictadura militar y la apertura democrática. De igual manera, en 1989 tras el referendo del “No” a la continuidad de Augusto Pinochet en el poder, se enfrentaron Patricio Aylwin contra Hernán Buchi, todavía tratando de limpiar los últimos rastros del militarismo.
Ya para 1990 se celebró en Perú el primer debate presidencial, donde se enfrentaron Mario Vargas Llosa contra Alberto Fujimori. El nóbel de literatura hizo despliegue de inteligencia y buena argumentación, mientras que Fujimori atacó a Vargas Llosa en líneas personales y se autonombró candidato del pueblo, dejando al escritor como el elegido de las élites y las oligarquías. Al final del evento la prensa dio por ganador a Vargas Llosa, sin embargo, las urnas le dieron la victoria a Fujimori.
En 1994, en Colombia, la presencia de 18 candidatos inscritos para competir por la presidencia hizo que se optara por el debate entre únicamente los dos candidatos punteros, Ernesto Samper y Andrés Pastrana. Sin embargo, en pleno debate, dos contrincantes, César Gaviria y Antonio Navarro, irrumpieron en el lugar para exigir el derecho de los minoritarios a exponer sus ideas.
En México, 1994 fue también el año en que se realizó el primer debate presidencial entre los candidatos Ernesto Zedillo, Cuauhtémoc Cárdenas y Diego Fernández de Ceballos. Hemos cumplido ya treinta años con este ejercicio.
¿Sirven los debates? ¿pueden llegar a cambiar la intención de voto? Las investigaciones muestran resultados mixtos. Nadie se puede dar por ganador de un debate. O quizá sí, como hizo Chirac y voltear a los contendientes y nomás decir “Gracias”.