Sabina y Arjona, ¿Clasismo Musical?

Se que para muchos este planteamiento será poco menos que una blasfemia, sobre todo para aquellos quienes tienen una admiración que raya en la idolatría del compositor de los 19 días y las 500 noches. 

Y es que mucho pensé en escribir esta columna y no herir susceptibilidades de quienes consideran al Maestro Sabina como un referente de la música hispana, quien desde luego ya es un inmortal y tiene su lugar bien asegurado en los confines donde descansan los dioses del arte universal, por lo tanto estoy seguro que nadie le robará ya su mes de abril, mucho menos en mayo. 

Sin embargo, a propósito de una conversación que escuché hace días al pasear por uno de los centros comerciales, de esos que rinden tributo al capitalismo voraz donde se llegan a ofertar jeans de $5,999.00 pesos, al tiempo que, me tomaba un delicoso café de esos que también saben a capitalismo, me percaté como dos chicas criticaban a una tercera ausente y decían en forma burlona: …le gusta Arjona ese de las letras baratas…, debo confesar que no es la primera vez que escucho esas afirmaciones del autor de “Jesús verbo no sustantivo”, -que por cierto mucha verdad hay en esa letra-. 

Y así comencé a escudriñar en distintos medios digitales del porque el nacido en Guatemala, es considerado un compositor de canciones cuyos detractores le han llamado cretino y pretensioso, pues sostienen que en muchos aspectos imita al colchonero número uno de Madrid. 

Lo que advertí de mi pequeña investigación, es que debajo de esas críticas destructivas, -porque no son otra cosa-, subyace un enorme sesgo de clasismo más que intelectual, intelectualoide, pues coloca dos cantautores en confronta de posiciones antagónicas para situar a uno -al español- en el “buen gusto” y al otro -al guatemalteco- en “mal gusto”. Un rasgo supremacista cultural indebido, del que el propio Ricardo Arjona ha sido víctima ya en diversas entrevistas de radio y televisión. 

Y es que de todo lo documentado, no encuentro ninguna explicación racional para considerar mejor o peor a uno o al otro, se trata sólo de gustos musicales y nada más, pero la defensa del gusto por uno se ha convertido en la adjetivación de “barato” del otro, en este caso considerar personas poco educadas a quienes entonan (mos) de vez en cuando y con mucho ímpetu la señora de las cuatro décadas. 

Este clasismo en torno a los compositores no es el único caso, recordaremos cuando Nicolás Alvarado se refirió despectivamente a las lentejuelas del Divo de Juárez catalogándolas de “nacas”, y en el caso de Arjona quien me parece ha sido injustamente acusado de cantar poesía barata para las masas, como si existiera poesía cara o costosa. 

En lo personal considero que ambos: Sabina y Arjona son dos gigantes de la música contemporánea, aunque de distintas generaciones ambos son extraordinarios, que sus letras inmortales son y seguirán siendo entonadas por millones de personas quizá en todos los continentes. 

Así, en lo que a mi respecta querido lector, a mi me darían las diez y las doce recordando mi primera vez y al mismo tiempo negándolo todo, pues si un día el mink y la mezclilla pudieron fundirse (sí, esos jeans de mezclilla de $5,999.00 pesos), continuemos soñando que un día así ocurra también en un mundo igualitario, porque el clasismo musical, ese, ese sí es de mal gusto. 

Los sigo leyendo en este correo: 

jorgeandres7826@hotmail.com.