“La fuerza es la antítesis de la libertad, pero la fuerza debe
usarse, aunque sólo para
defenderse de otra fuerza”.
Thomas Sowell
Claudia Sheinbaum tomó una decisión política al no utilizar la fuerza pública para impedir los saqueos y actos de vandalismo de la manifestación del 8 de junio. Sabía las consecuencias, pero prefirió los daños a la propiedad pública y privada que correr el riesgo de que se le acusara de represora.
Con esta decisión, la jefa de gobierno de la Ciudad de México ha mandado un mensaje a los grupos que participan habitualmente en manifestaciones. Los saqueos y los actos de vandalismo están ya permitidos en la capital. Es un mensaje que obliga a las víctimas a aguantar las pérdidas o a defenderse por sí mismas. El gobierno ya no lo hará.
Desde la semana pasada empezó a forjarse este mensaje. La jefa de gobierno presumió el 5 de junio que había “desaparecido” el cuerpo de granaderos. Poco después, cuando comenzó la protesta contra el racismo y la violencia policial en Estados Unidos y Jalisco, un cuerpo de “no granaderos”, con equipo de granaderos, protegió la embajada de la Unión Americana, pero permitió que los manifestantes destruyeran propiedad pública y privada y realizaran saqueos en Paseo de la Reforma. Solo cuando la manifestación llegó a Polanco, una zona comercial y residencial de clase media alta, intervino. Los manifestantes arrojaron piedras a los policías; y, cuando estos respondieron, por lo menos dos golpearon a una adolescente que cayó a su paso. El gobierno capitalino ha detenido a estos policías, sin tomar ninguna medida contra los saqueadores.
Este 8 de junio se llevó a cabo una nueva manifestación. Ya no hubo ningún intento por detener el vandalismo. Los manifestantes destruyeron y saquearon lo que se les antojó. Con martillos y mazos rompieron cortinas de seguridad y robaron mercancías. Además, agredieron a reporteros. Los no granaderos se mantuvieron a distancia. Los vándalos solo respetaron el Palacio de Gobierno de la Ciudad de México.
Al cabo de la violenta jornada, la jefa de gobierno mandó un tweet, pero no mencionó la destrucción registrada en la manifestación. Simplemente señaló que había caído una granizada en la Ciudad de México.
La jefa de gobierno tiene aspiraciones políticas: es una de las posibles candidatas de Morena a la Presidencia de la República para 2024. Su principal preocupación parece ser no meterse en líos. No quiere que se le acuse de autoritaria. Seguramente piensa que los dueños de los negocios vandalizados o saqueados no representan muchos votos, por lo menos no en comparación con quienes nutren los movimientos de protesta.
El problema es que el mensaje puede tener consecuencias muy negativas. El gobierno capitalino no levantará ya una mano para defender a los comercios o propiedades vandalizados o saqueados. Será como los ferrocarriles, que han tenido que aguantar pérdidas millonarias cuando son bloqueados por activistas políticos. Quienes sufran ataques en protestas, deberán asumir las pérdidas; o, quizá, ante la falta de protección de la fuerza pública, tendrán que defenderse por sí mismos.
Ya en la manifestación del 8 de junio un grupo de comerciantes del centro histórico utilizó palos para enfrentar a los vándalos. Estos, que al final son bastante cobardes, prefirieron retirarse y asaltar negocios que no tuvieran defensores decididos. Cuando el Estado abandona el monopolio del uso de la fuerza es inevitable que surjan grupos que llenan el vacío. Es una lección de la historia que la doctora Sheinbaum no puede darse el lujo de olvidar.
La boa
“Es la boa, la boa, la boa. Ya los locutores lo saben, lo saben. Y los periodistas, lo saben, lo saben”. ¡Qué bueno que el presidente López Obrador quiso recuperar este gran éxito de la Sonora Santanera! Ya nos hacía falta una buena carcajada.
Twitter: @SergioSarmiento