Estoy convencido de que el verdadero enemigo de AMLO, no son los periodistas FIFIS, ni los conservadores, ni los partidarios del neoliberalismo. Nada de eso. Su peor enemigo es él mismo. Nadie, con dos dedos de frente, puede querer el fracaso de éste gobierno. Lo que sí quisiéramos ver, es una actitud mas abierta de parte del presidente, para escuchar opiniones, para entender que todos somos mexicanos y no puede clasificarlos él, en Buenos y Malos, en fifis y chairos, o cualquier otra categorización que divide y confronta a un pueblo que tiene grandes problemas y que, para empezar a resolverlos, necesita antes que nada unión y credibilidad y confianza en los gobernantes. Sus decisiones alocadas, impensadas, producto de arrebatos emocionales, no de estudio serio y responsable de cada asunto, no abona a la recuperación de la confianza y a la mejoría económica de cada mexicano. La refinería de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía, la construcción del Tren Maya, son ejemplos de proyectos que no han sido debidamente estudiados por técnicos capacitados; y si lo fueron, no están siendo escuchados por el presidente, que solo cree en su propio juicio. Ojalá y me equivoque: El derroche de muchos miles de millones de pesos en proyectos mal planeados y ejecutados, habrá de pasar pesada factura al bienestar de los mexicanos.
Además, ¿Puede usted creer que realmente se desea combatir la corrupción dejando sin tocar y sin castigo, la pavorosa corrupción del sexenio anterior? ¿Puede ignorar el presidente, casos como el de Francisco, un conserje de una escuela rural en Villahermosa, Tab., que en su tiempo libre hace trabajos de plomería, para sobrellevar su precaria economía, que aparece como dueño de una empresa que ganó un contrato de 500 millones de pesos? ¿A poco no sabe que es una de las estrategias de PEMEX, SEDESOL y la SEP, entre otras dependencias, para desviar más de 7 mil millones de pesos? ¿Cómo? Asignando presupuesto a universidades públicas, las cuales otorgaban contratos a empresas fantasma, por servicios que nunca se realizaron y cantidades millonarias desaparecieron.
¿Puede el presidente de este país decir tajantemente, respetando la realidad, que, a partir de su llegada al poder ejecutivo, la corrupción ya desaparecería, porque como él es honrado, todo el enorme aparato burocrático del gobierno, dejaría de ser corrupto. ¿Siendo honesto y sincero puede decir eso, cuando sabe de los inmensos desvíos, peculados y malversaciones que proliferaron durante el sexenio anterior? ¿Puede sostener razonable y razonadamente que como no es vengativo y practica el mandato evangélico del amor y de la paz, no habrá procedimientos jurídicos adecuados para investigar y sancionar los flagrantes latrocinios del sexenio de Peña? ¿Puede ignorar lo que fue probablemente el mayor saqueo de riqueza nacional, en la historia, la ESTAFA MAESTRA? ¿Que esto ocurrió en el sexenio de EPN, con quien se retrató paseando amistosamente en Palacio Nacional, durante el periodo de transición, y al que dedicó elogios públicamente, porque según él no metió las manos en la elección, cuando todos vimos cómo la ensució levantando a través de la PGR una falsa acusación de lavado de dinero, que dañó severamente la candidatura del panista y ya en el 2019 reconoció que no había delito que perseguir?
Nos queda claro que una de las principales causas de la copiosa votación que obtuvo AMLO y su partido en la elección del pasado 1º de julio, es el fastidio, el enojo social, por los latrocinios, de abusos, de corrupción, de impunidad, de violencia y de inseguridad que alcanzó este país durante el sexenio de Peña Nieto, que nos costó a los mexicanos, decenas de miles de vidas y de personas desaparecidas, cientos de miles de millones de pesos a lo largo de esos seis años y un desprestigio a nivel nacional e internacional, que nos avergüenza, cuando tenemos que decir nuestro país de origen si viajamos a otro país o cuando asistimos a algún evento en el que están representadas distintas nacionalidades. Es que no había compra gubernamental o contrato de obra que no estuviera manchado e inflado, para producir ganancias a distintos funcionarios, en casi todos los niveles de gobierno.
Es que no había día en que no se registraran nuevos y espeluznantes hechos de sangre con decenas de cadáveres, secuestros, violaciones y extorsiones que ensombrecían la vida de los mexicanos. Es que, al 1º de julio del 18, no se olvidaba el tema de la tristemente famosa Casa Blanca de Las Lomas de Chapultepec y que la habría pagado la misma esposa del presidente (según su propio decir en TV nacional, en vivo y en directo), con el producto de sus ingresos como artista de Televisa. Y es que no se olvidaba aún la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa. Y es que Peña Nieto acabó de faltarle al respeto a los mexicanos al decir que “la corrupción en México es cultural”; o sea que, según su decir, los mexicanos seríamos todos culturalmente corruptos.
Todo ello y muchos mas delitos, que ya se exhibían con descaro, fueron el caldo de cultivo de un enorme malestar e irritación de los electores, que según me parece, abonaron decisivamente al triunfo electoral de AMLO. Pero, solo pediría al presidente, que no se le olvide que sus famosos 30 millones de votos, no fueron una firma en blanco de los ciudadanos. Está obligado a producir buenos resultados en la calidad de vida de cada mexicano. Por lo pronto, lamentablemente, la violencia y los muertos, siguen aumentando, según informes del INEGI.
lujambio06@hotmail.com