Se movió, se sacudió, se trastocó el escenario

Nunca como ahora había aplicado tan bien aquello de que “en política, lo que parece es”. La inconsulta y sorpresiva decisión de la dirigencia nacional de Morena para que su candidatura gubernamental en San Luis Potosí corresponda a una mujer, ha sido interpretada dentro y fuera de ese partido como una maniobra chapucera de su líder Mario Delgado para favorecer los intereses electorales del abanderado verde Ricardo Gallardo Cardona. 

En esa perspectiva, si alguien puede beneficiarse -y de manera importante- es la Coalición PAN-PRI-PRD-PCP, siempre y cuando no se rompa. Y si esto último ocurriera con motivo de la elección interna panista que tendrá lugar el domingo próximo, el más favorecido sería el PRI, que consciente de esa circunstancia ayer de ultima hora decidió hacer una jugada muy astuta.

Tan cobró fuerza la percepción de arreglos traicioneros para la causa de Morena entre su dirigente nacional y Gallardo Cardona, que a partir del martes el propio Mario Delgado comenzó a buscar interlocución con destacados morenistas potosinos para decirles de viva voz que no había tal; que el cambio de género en la candidatura era impuesto por el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación del 14 de diciembre, y que la decisión de que la cuota de siete se completara aquí fue porque de los últimos cuatro estados que faltaban (Guerrero, Michoacán, Sinaloa y San Luis) el nuestro es el de menos peso electoral. Significativamente, Delgado dijo también que respetaba la libertad de los inconformes para acudir a los tribunales. Es decir, no se empeñó en evitar la judicialización del tema, aparentemente para que la decisión final la tome el TEPJF y él medio poder lavarse las manos.

De momento, las más altas instancias de Morena tienen dos opciones para procesar el tema potosino sin dejar de cumplir con la paridad de género: respetar la convocatoria expedida el 26 de noviembre y sus consecuencias; es decir, elegir a su candidata entre las tres únicas mujeres que se registraron oportunamente. La otra vía es cancelar esa convocatoria -lo cual es legalmente posible dado el mandato del Tribunal Electoral- y expedir una nueva dirigida exclusivamente a mujeres. Hasta ayer a mediodía no había ninguna determinación en un sentido u otro. En los círculos morenistas locales se considera preferible esta última alternativa, para ir en busca de una candidata más competitiva (las tres originales se podrían volver a inscribir). 

En cuanto al otro aspecto de la cuestión -que entre los liderazgos, dirigentes y militantes morenistas de casa prevalezca la idea de que se quiere favorecer la causa de Gallardo Cardona-, lo único que puede ocurrir es que se divida su voto y prácticamente se le entregue el triunfo a la Coalición, siempre y cuando, insisto, ésta no se haga pedazos. De llegar a ocurrir tal cosa quien podría llevarse el gato al agua, como ya dijimos, sería el Revolucionario Institucional.

En el supuesto de que al final del día el verdadero propósito de Mario Delgado fuera hacerle el avío a su amigo y probable financiador RGC, lo primero que hay que tener en cuenta es que el presidente nacional morenista NO tiene capacidad para orientar en un sentido u otro el voto de sus correligionarios. De hecho, es indudable que el único en todo el país con ese poder se llama Andrés Manuel López Obrador. En una escala menor, a nivel local, no cabe duda que tienen más margen de influencia en ese sentido gente como Gabino Morales, Leonel Serrato, Primo Dothé o Kevin Aguilar. 

Si la estrategia fuera, como muchos suponen, forzar una candidatura morenista débil, de alguien que independientemente de su género sea poco conocido y no cuente con algo de intención de voto, es más factible que una buena proporción de los votantes morenistas se queden en su casa el día de las elecciones y no vayan a darle su sufragio al candidato del PVEM o de cualquier otro partido. 

Más aún, la oposición a Morena, concentrada mayoritariamente en la Coalición PAN-PRI-PRD-PCP, se vería muy beneficiada si se proyectara la imagen de que el verdadero candidato del morenismo es Gallardo Cardona y no la dama fulana de tal. ¿Por qué? Porque el abanderado Verde es un candidato extremadamente vulnerable. Su paso por prisión, los testimonios gráficos respectivos, los fallos judiciales que lo dejaron en libertad sin declararlo inocente o declaraciones como la de AMLO llamándolos “mafiosillos” a él y a su señor padre o la de Santiago Nieto informando que está sujeto a investigación, son aniquilantes en una campaña dura.

Y miré usted lo que son las cosas: súbitamente se soltaron las especulaciones en el sentido de que la doctora Mónica Liliana Rangel Martínez, titular de la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado, tenía posibilidades de ser la candidata de Morena a gobernadora. Tales versiones se nutren del hecho de que desde hace algunos meses la doctora comenzó a levantar encuestas de enfoque electoral por su cuenta y a regalar cubrebocas y frasquitos de gel con su nombre, y arrancando el año solicitó su carta de residencia en el Ayuntamiento. Fue tal la inducción que el martes algunos medios electrónicos anunciaban incluso que ya se había separado de su cargo.

Hasta ayer a mediodía doña Mónica seguía laborando en la SS. En su circulo más íntimo se sabe la verdad, que a final de cuentas es sencilla: la doctora tiene muchas ganas y decidió estar lista por lo que se ofreciera. Nadie le ha propuesto nada pero ella considera que si se repone la convocatoria en Morena pudiera abrírsele la oportunidad de participar como aspirante externa. De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 73 de la Constitución Política del Estado tiene hasta el 5 de febrero para renunciar o pedir licencia (120 días antes de la elección). 

Creo que las posibilidades de que doña Mónica sea la abanderada de Morena son prácticamente nulas, pero si llegara a serlo esto se volvería interesantísimo: Ella representando a Morena y Gallardo a la alianza Verde-PT. La señora con David Colmenares y Rocío Cervantes de coordinadores de campaña y él con Santiago Nieto y Alejandro Gertz Manero en eso mismo.

VIVOS QUE SON

   A raíz de que hace un mes el PRI publicara su convocatoria para elegir candidato a gobernador del estado, siete priistas interesados levantaron la mano, dos mujeres y cinco hombres: Sara Rocha Medina, diputada federal; Marianela Villanueva, directora del sistema Cobach; Enrique Galindo, ex comisionado de la Policía Federal; Martín Juárez, diputado local; Luis Antonio Mabhub, empresario y ex candidato a senador; Joel Ramírez Díaz, secretario de Educación, y Mauricio Ramírez Konishi, diputado local.

Muy pronto vieron que no había diferencias irreconciliables entre ellos y acordaron sentarse a platicar. Conscientes de que la firma del convenio de Coalición con el PAN, el PRD y Conciencia hacía muy poco probable que alguno de ellos fuera el candidato de ese agrupamiento partidista, convinieron en transitar el proceso con dignidad, sin golpeteos entre ellos y con coincidencia en dos propósitos: que su partido no los engañara, no los utilizara y no los desgastara, y que cualquiera que resultara candidato tricolor contaría con el firme respaldo de los demás.

Oportunamente se lo hicieron saber, en ese orden, a Elías Pesina, a Juan Manuel Carreras y a Alejandro Alito Moreno. Y con ellos se selló el compromiso: juego limpio. A partir de ahí, las varias veces que se reunieron con dirigencias partidistas fueron todos juntos. Incluso, una vez que quedó claro que el candidato sería varón, las dos damas fueron invitadas a seguir formando parte del grupo y aceptaron.

Sus expectativas se tornaron menos sombrías al constatar que en el PAN surgían diferencias muy marcadas entre su dirigencia estatal y por lo menos dos de sus cuatro prospectos. La declinación poco tersa de Sonia Mendoza los convenció de que allá se podían complicar más las cosas. 

Vino luego la inesperada determinación del CEN morenista de que su candidatura aquí fuera para una mujer, desentendiéndose por completo de que sus prospectos más competitivos eran todos varones, y que con ello debilitaban su posición en el tablero estatal. Con independencia de que Mario Delgado estuviera buscando o no ayudar a su asociado Ricardo Gallardo, el cambio de género en la candidatura debilitó las expectativas de Morena. Y ante la posibilidad de que la elección interna del PAN programada para el próximo domingo arroje resultados controvertidos y disputados, a los aspirantes priistas les llegó la inspiración.

Acordaron, formalmente, no registrarse ninguno de ellos y unánimemente convenir en que la decisión quedara en manos del CEN que encabeza Alito Moreno, quien tendrá que consensarla con Juan Manuel Carreras, para evitar cualquier confrontación o disenso interno. Y digo “formalmente”, porque en el fondo se trata de una jugada sagaz: aguantar unos días a ver cómo resulta la elección panista del domingo y qué sucede con los problemas en Morena por el cambio de señal en su candidatura.

En el peor de los casos, todo marcha bien entre los azules y la sangre no llega al rio entre los morenos, de suerte que la candidatura de la Coalición corresponda al triunfador del proceso interno del PAN. Nada se habrá ganado ni perdido pero sí se habrán ahorrado disputas tricolores, divisionismo y exhibiciones de poco oficio político. 

Pero, en el otro extremo, si el proceso albiazul se desbarranca, surgen posiciones encontradas irreconciliables y eso les resta fuerza negociadora, y si al mismo tiempo en Morena el fantasma del gallardismo los lleva a desencuentros y dispersiones, el candidato de la Coalición puede ser un priista. ¿Quién? El mejor posicionado en las encuestas. 

El universo de posibilidades y variables no se agota aquí. En el supuesto de que se rompa la Coalición y el PRI tenga que ir sólo a las elecciones de junio, teniendo enfrente un PAN conflictuado, un Morena desbrujulado, un Verde ambicioso pero de alcances cortos y, eventualmente, un PRD atado a Xavier Nava, las expectativas son muy otras. Es decir, en una competencia a cuartos o a quintos, el tricolor puede ganar la gubernatura. Su voto duro, su estructura electoral y su experiencia operativa se volverían factores decisivos.

Se me olvidaba: César García Coronado, el ex delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en esta entidad, uno de los funcionarios federales más corruptos que han pisado suelo potosino, quien extorsionaba a los contratistas potosinos con el argumento de que sus jefes (instalados en la Secretaría de Gobernación, no en la SCT) necesitaban recursos para financiar campañas políticas en todo el país, es desde días uno de los principales coordinadores de campaña de El Pollo. ¿Así o más claro?

Hasta el próximo jueves.