La historia se repite. Otra vez, la selección mexicana de fútbol ha demostrado que está atrapada en un ciclo de decepciones y fracasos en torneos internacionales. Tras el vergonzoso desempeño en Qatar 2022, la expectativa estaba puesta en una redención en la Copa América 2024, pero lo que ocurrió en el State Farm Stadium fue una tarde para el olvido.
Ante una audiencia de 62,565 espectadores, divididos en amarillo y verde, el equipo dirigido por Jaime Lozano no pudo romper el empate a cero contra la selección ecuatoriana en el último juego de la fase de grupos. Este empate selló su eliminación de otro torneo de la Conmebol, celebrado esta vez en Estados Unidos. La selección azteca se despidió con un solo gol en tres partidos, un tanto anotado contra Jamaica, su similar de la Concacaf.
Los primeros 45 minutos fueron un juego sin brillo ni oportunidades claras. Con el marcador en cero y una actuación que dejaba mucho que desear, Lozano decidió arriesgar y realizar varios cambios, introduciendo a Antuna, Martínez, Cortizo, Sánchez y Vega. Sin embargo, esta táctica desesperada no produjo el tan ansiado milagro. El tiempo solo confirmó lo inevitable: otro fracaso más para la selección mexicana.
El momento de esperanza efímera llegó en el último minuto del partido. Guillermo Martínez fue derribado por Félix Torres, y el árbitro sancionó una pena máxima para México. No obstante, la revisión del VAR canceló el penal, sellando así el destino del Tricolor. Sin el gol salvador, el equipo mexicano se despidió de la Copa América 2024 con un amargo sabor a fracaso.
Este último episodio solo añade otra página a la larga lista de desilusiones que ha acumulado la selección mexicana en los torneos internacionales. La pregunta inevitable es: ¿qué debe cambiar para que el Tricolor deje de ser una promesa incumplida y finalmente se convierta en un contendiente real en el escenario mundial? La respuesta, por ahora, sigue siendo un misterio.