Sombra invernal

Hay que ser una sombra para no sentir este frío inusual

Hay que ser una sombra para perderse fuera de su contorno y territorio y así sobrellevar el clima inclemente de los últimos días.

“La sombra que la luna llena siembra en tu palma cuando duermes”.

La que camina bajo nuestros pasos y que detrás del sol, se alarga con intenciones infinitas de seguir prolongándose.

Hoy huimos de la contundente sombra de un invierno en su cenit.

Corremos al abrigo del sol que se expande en parques deshojados y banquetas abandonadas por una primavera lejana.

Soñamos con puertos y mares. Playas de arena hirviente pobladas de sombras invisibles que se intimidan con el arrullo de clamor del mar.

Nuestros sueños se vuelven roca helada al chocar con la sensación térmica carente del mercurio que desenchine nuestra epidermis y permita quitarnos el doble calcetín y demás capas extras de vestuario.

El paisaje revela sombras gruesas que caminan o se entumen en un lecho o en las paradas de autobuses. Sombras arrinconadas en un ranura urbana en donde el sol calienta los muros y engaña los cuerpos.

Solo los deportistas y los faquires contemporáneos se ríen de esta novedad con nombre de tormenta invernal importada de los países del norte. Sólo los atletas y los veladores hacen como si no existiera.

Solo los que desafían las madrugadas bajo cero se envalentonan con pasamontañas y ropa térmica porque la necesidad los llama o porque el compromiso es ineludible.

Sólo los amantes fogosos pasan desapercibidos desoyendo al hombre del tiempo que advierte los riesgos de enfermedad por enfriamiento.

Solo las madres se mantienen alerta y se despojan de la sombra para cobijar hijos.

Solo el invierno da cobijo a tan pocos grados de calor. Sólo este temporal permite acurrucarnos tan íntimamente.

Solo su sombra quedará después del cuarto mes del año. Solo entonces dejaremos de ser una sombra rigurosa y pasaremos a otra categoría. Quizá entonces desearemos volver a este enero, para evitar derretirnos en interiores expuestos a las aspas de ventiladores y vientos, emanados de aparatos con nombres inventados detrás de una frontera indeseable.