Teoría sobre los Populismos

Para quienes nos gusta el análisis político y la historia, resulta inevitable acudir al pasado para descubrir que, desde la conformación de los Estados Nacionales, de manera cíclica suelen aparecer gobiernos con un amplio respaldo popular, en momentos de crisis, de hartazgo, de necesidad, coyunturales pues, originados por causas, -en casi todas las ocasiones provocadas por quienes les predecedieron-; pero nunca, en ninguno de los casos que la madre historia nos cuenta, estos gobiernos colmados de amplia popularidad, ni uno sólo sobrevivió ni logró trascender más allá de su momento clímax. 

Por ejemplo, al emerger el nacional socialismo en la Alemania de la primera posguerra, esa nación estaba devasatada, su pueblo humillado y sobajado al obligarse en aceptar una paz desventajosa, en ese contexto, surge el movimiento encarnado por Hitler, primero con su obra “Mi Lucha” en la que, sin ningún recato dejaba entrever sus apetitos de poder expansionista, en un segundo momento creando en el inconsciente colectivo un enemigo imaginario, en aquel caso las personas judías y todos sus opositores claro, finalmente, un discurso que llegaba a los oídos de un pueblo hambriento de reivindicación y que mejor que una retórica sobre la “grandeza alemana”, una que nadie conoció, en remembranza exagerada a las glorias del viejo Imperio Germánico que no era la Alemania, pero en cuyos versos se ofrecía un Tercer Reich que reclamaría para sus herederos el devolverle la grandeza que tuvo en otro tiempo. 

De modo que, aquel hombre Adolf Hitler y quienes le rodeaban, tuvieron siempre claros los tres ingredientes sociales que les llevaron al poder: un líder cuyo carisma la basaba en su perfecta oratoria, un enemigo, sólo para que el colectivo popular encausara su sed de venganza ante su penosa situación y, desde luego, la promesa -falsa, por supuesto- de mejorar su calidad de vida. 

Ese populismo, el de los tres ingredientes se ha repetido y repetido constantemente en todas y cada una de las expresiones surgidas a lo largo de la historia, sea en Europa, Asia o en América Latina, sea en naciones o en provincias, no falla, siempre son y serán esos los tres elementos presentes, pero afortunadamente ninguno sobrevive más allá de su momento de vida, pues cual Uróboro la serpiente siempre termina mordiéndose la cola. 

Y esto es así, primero porque el líder carismático, llegará el momento en que se asumirá tal cantidad de poder que se creeerá a sí mismo como el ente indispensable para todo, bautizará todo bajo su nombre, se convertirá en un ser desconfiado por lo que jamás, por ningún motivo permitirá que nadie, -aún dentro de su círculo más cercano- sea capaz de decirle sus yerros con franqueza, so pena de expulsarlo del grupo y perder privilegios que desde luego nadie quiere perder. 

Del segundo elemento, el enemigo imaginario colectivo, poco a poco empieza a desvanecerse, pues al ser una vil ficción, se va presentando frente a ese pueblo la dureza de una realidad que no cambia al culpar de su situación a quien no puede ver, ni tocar y, en el caso que el enemigo sean los liderazgos inmediatos anteriores, resultará poco menos que inutil eliminarlos a través de la muerte o la prisión, pues la realidad seguirá ahí latente y presente. 

Finalmente, como ocurrió con Hitler, la promesa de una vida mejor nunca se cumple, al contrario, siempre puede ser peor, los hijos de la Alemania nacionalsocialista, fueron llevados a una guerra que no pidieron, a intentar anexarse territorios que nunca habitarían, pero sobre todo a realizar atrocidades en pos de una idea que no era la suya, pues ese no era ni es el pueblo alemán. 

Así, la esperanza para los pueblos de cualquier parte del mundo que padezcan el mal del populismo es que, en todos los casos termina, es sólo cuestión de tiempo, los de antes tardaban más, pero los de ahora, en tiempos de la modernidad líquida, cursan ciclos más cortos, más breves, son hasta fugaces. 

Lo que además también nos cuenta la historia es que, luego de esas noches obscuras, vienen lindos amaneceres, donde justo al concluir las tiranías populistas emergen gobiernos moderados, de mujeres y hombres creadores de Instituciones, que consolidan naciones, hasta que otra vez se pervierta ese ciclo y surga otro liderazgo populista, ese infinito que nos enseña la bendita teoría política. 

¿En qué momento estamos? preguntan nuestros hijos, cada día que pasa, respondo, más cerca del amancer. 

El libro recomendación de la semana: “Sobre el poder” de Sir William Shakespeare.  

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