Les cuento que en los últimos días me ha dado por utilizar la bicicleta como medio de transporte, dos o quizá tres son las razones por las cuales decidí utilizarla: sobrepeso (y no derivado del degenere alimenticio decembrino, ya lo vengo arrastrando de tiempo atrás), falta de condición física (no tengo tiempo de ir al parque), y rapidez en los traslados. Por si el morbo les clava los acicates, y se preguntan cuánto peso, les diré que inicié el año con 100 kilos exactos.
Todo lo que dije, salvo lo de los kilos (aunque no se me notan), es falso; la realidad es que no tengo un peso para la gasolina del carro, ni para el camión; menos ahora con el aumento. Decía don Joaquín Antonio Peñalosa Santillán, refiriéndose a ellos: Esos benditos camiones de segunda, con precio de primera y servicio de tercera. Humosos, cachazudos, rechinantes. […] Soportar los gemidos de los lactantes, la obesidad racial de la cincuentona que te oprime el esternón, […] el espeso olor de las axilas después de una jornada laboral de ocho horas, el metemanos escurridizo, el perdulario desvergonzado que molesta a la señorita, […] un largo friso de cabezas melancólicas, ojos bovinos, bocas silenciosas. Nadie habla en el largo trayecto. Nadie platica con nadie. Un silencio sofocado y sombrío como una rauda catástrofe humana.
Agreguen, que el estado de las calles no es el ideal; ¿recordarán ustedes aquellos tiempos en que las lenguas de doble filo –muy raras por acá– decían que cuando las mujeres querían abortar se subían al Circunvalación?
No hemos evolucionado mucho; el asunto, con ligeras mejoras, sigue casi igual; aun así tuvieron el descaro de incrementar el pasaje. Pero miren ustedes, el castigo divino llega sin palo ni cuarta: el principal dirigente del pulpo camionero, fue a dar a alguna cárcel tapatía, por fraude.
Escribo todo esto, porque me interesaba dejar en claro que no es propósito de año nuevo; mi marginalidad –dentro de la marginalidad potosina– fue la que me obligó a sacar la bicicleta lechera, para recorrer las calles potosinas. Y porque me interesa señalar, con todo el conocimiento de causa, ya que la recorrí de principio a fin, que la llamada ciclovía en Himno Nacional es un asco total.
Baches, baches, y más baches; charcos de aguas pútridas vertidas por las taquerías de la zona; montones de basura acumulada por comercios y vecinos; carros estacionados en ese carril; cerros de escombros y materiales de deshechos, dejados por la autoridad municipal; señalética que no se distingue, o que ya está borrada; por las perforaciones existentes en el asfalto, suponemos que hubo bolardos que delimitaban espacios. En concreto, una burla para ciclistas y contribuyentes; pero su escases maternal los llevó a presentarla como una de las obras del trienio.
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Nadie, desde luego, hará cambiar al alcalde, es más terco que una recua completa; muy similar a nuestro presidente de la República, pero en desagradable. Porque lo que sea de cada quien, el PG es muy simpático, éste no. A la agravante de fifí, agregamos la de sangrón.
Consideren ustedes si no; ahora salió a decir que la percepción de la inseguridad disminuye entre los ciudadanos de la capital. Pues dónde vive este señor, o qué espacio gobierna; ningún vecino de la capital, dirá que la inseguridad ha disminuido; ni su familia. Bueno sí, algunos funcionarios que luego les da por decir que sólo son percepciones, pero que las cifras reales indican que no es así; claro, en el momento que les toca, tragan camote y sin piloncillo.
Hay, además, una serie de problemas que lejos de ocuparse en atenuar, pareciera que le encanta demostrar que él las puede todas y que actúa con energía contra los que infringen leyes; claro, sólo contra los que puede. Ahora le dio a su dirección de Ecología, por terrorear fabricantes de ladrillos y clausurar las ladrilleras; luego, amenazarlos con cárcel.
La contaminación en la ciudad es una realidad, nadie la discute; tampoco se discute el problema de las ladrilleras, son un foco principal de contaminación, quizá el mayor; pero en vez de ofrecer alternativas, se actúa de una forma lesiva contra quienes carecen de recursos, y además, se les priva de su fuente de ingresos.
Por el contrario, a sus compromisos políticos, les permite laborar en el Ayuntamiento y laborar en el PAN; devengan pues dos salarios, generados por recursos públicos. Inmorales a plenitud; les gusta dar tope y mamada, donde Navita pone la vaca, y les acerca la ubre.
Hace días una persona cercana y de la tercera edad, acudió –con todo y sus muletas– a pagar puntualmente sus contribuciones; pues nada, al cuarto para las tres le bajaron la ventanilla y le dijeron que volviera al día siguiente. Seguro son los mismos que tienen que salir corriendo, para checar tarjeta a tiempo en el PAN.
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Por acá anda sonando, con mayor insistencia cada vez, la posibilidad de la candidatura a la gubernatura, del secretario de Educación, federal; esto ahora resulta menos descabellado, ya una vez –años atrás– lo intentó, militando en el PRI, de darse, ahora sería por MORENA, no habría opositores en su partido. Esto quizá explique un poco, la falta de interés en atender y fortalecer al PRI, dejándolo en manos de Elías Pesina. Panteonero, pa’l difunto.
Por cierto, que alguien le diga al secretario general de Gobierno, que no son las redes sociales, sino la incapacidad de él, del gobernador y del secretario de Seguridad Pública.
Dicen los que saben, y los que no, repiten, que hoy es sábado social; disfrútenlo, denle vuelo a la hilacha.