Tres amigos

Estamos en tiempos de asonadas. Loretela, madura célibe hija del dueño de la hacienda, se hallaba en su alcoba en bata de casa, con babuchas y aplicándose los polvos de arroz que le disimulaban las arrugas, cuando de pronto se escucharon gritos, disparos y tropel de caballería. La madre de Loretela le dijo con angustia: “¡El Cielo te proteja, hija de mi alma!  ¡Llegaron los rebeldes, esos lujuriosos vándalos ultrajadores, estupradores, deshonradores de mujeres!”. Exclamó consternada Loretela “¡Qué barbaridad! ¡Y yo en estas fachas!”... “Acúsome, padre -dijo la linda Susiflor en el confesonario-, de que estoy entregada en cuerpo y alma al Señor”. “Eso no es pecado -la tranquilizó el buen padre Arsilio-. Por el contrario, es una gracia muy grande estar entregada así al Señor”. “¿Al de la tienda?” -preguntó tímidamente Susiflor... Doña Clarinela le sugirió a su hijo, asistente secretarial de la madura jefa de la oficina, que hablara con ella acerca de su reducido sueldo. Cuando ya noche regresó el chico a su casa le preguntó la señora: “¿Hablaste con tu jefa largo y tendido?”. “Más bien tendido -respondió él con voz débil-. Y me concedió un aumento”... Don Corneto está triste. ¿Qué tendrá don Corneto? Sus compañeros de la oficina le preguntaron: “¿Qué te pasa?”. Respondió el señor, apesadumbrado: “Mi hijo acaba de decir su primera palabra”. “¿Y eso te entristece? -se extrañaron los otros-. Deberías estar feliz”. “Sí -admitió don Corneto-. Pero esa palabra la pronunció en una reunión en la que estaban varios de mis amigos y compadres. Dijo: ‘Papá’. ¡Y todos voltearon!”... Don Algón, salaz ejecutivo, le contó a su socio: “El viernes por la tarde la pasé en grande. Llevé a Rosibel, mi linda vecina, al club de golf para enseñarle el juego. Nos divertimos como no te imaginas. Ella no tiene facultades para el golf, y se pasó todo el tiempo echando la pelotita a los arbustos”. Preguntó el otro sin entender: “¿Y dónde estuvo la diversión?”. Respondió don Algón con una gran sonrisa: “Atrás de los arbustos”... La señora se iba temprano a trabajar, y le molestaba que su marido se levantara tarde. “De hoy en adelante -le dijo- será la mucama la que te despierte”. ¡Ah! -se alegró el señor dirigiendo una mirada sugestiva a la frondosa fámula-. ¿Significa eso que dormiré con ella?”... “Los hombres son muy malos, -aleccionó doña Mesalina a su hija-. No te fíes”. “Jamás me fío, mami -aseguró la muchacha-. Siempre lo hago de riguroso contado”... Tetina, rica y joven mujer de exuberante frontispicio le dijo al joven que le daba conversación en una fiesta: “Soy coleccionista de arte. Alguna vez te invitaré a mi departamento para que admires mis Picassos”. “Ya los estoy admirando” -respondió el muchacho... Tres amigos fueron de vacaciones a Cancún. En el hotel conocieron a unas chicas que viajaban juntas: una telefonista, una enfermera y una profesora. Al día siguiente comentaron en el desayuno sus respectivas experiencias. Dijo uno: “A mí no me fue muy bien con la telefonista. No pude hacer nada. Lo único que me decía era: ‘Un momentito por favor’”. “A mí tampoco me fue bien con la enfermera -declaró el segundo igualmente atribulado-. Tampoco me dejó hacer nada. Se la pasó toda la noche diciéndome: ‘No se mueva, señor; no se mueva’”. Manifestó el tercero: “Pues a mí me fue peor con la profesora”. Preguntaron los amigos: “¿Tampoco te dejó hacer nada?”. “Me dejó hacer todo -respondió el tipo, que se veía desfallecido, exánime, agotado-. Pero cuando terminé me dijo: ‘No lo hiciste muy bien. Tendrás que repetir la tarea cinco veces’”... FIN.