(Texto compartido en la presentación de Este es el libro no 7491 que se llama Río, de Norberto de la Torre, el pasado 31 de agosto en el Instituto Potosino de Bellas Artes.)
Cuando lea un libro de Norberto de la Torre (en adelante NdelaT) no diré nada, pero a pie de página y en los márgenes habrá señales de la inmersión en sonidos y palpitares. Es como un paseo en submarino (¿o será más propio decir «subfluvial”?).
Atiendo al desafío, al juego, me tocan las piezas lapizlázuli. Con este ya van 7491 libros que se llaman Río, dice en la portada. No los conozco todos pero coincido: “Cada libro es un río y no es idéntico a sí mismo”. Este río quema, va a contracorriente como su número (que es al revés el año de nacimiento del autor). Este tampoco es el mismo Río, se sale de madre, va a dar al amar y no.
Río es “Río” pero también “Poema”, “Cebollas” y “Glosas”, que son las partes en donde se bifurca este libro. “No hay grullas en el río, tampoco río”, advierte de entrada nuestro autor, que luego nos devela: “esribiré entonces la palabra río y aprecerán las garzas, el agua, los juncos...”.
De los tantos ríos de Heráclito va a los de Babilonia, despedazados, o a los de la Huasteca con todo y sus Carontes, a los ríos de esos que ya no hay pero mojan, donde, lotería o tarot, la palabra suena a suerte o adivinación.
En la segunda parte, “Poemas”, hay nombres como Sara Uribe, Lévi-Strauss, en “Glosas” surge Charles Simic. Hay versos como “Escribí una llave, no recuerdo cuándo pero llovía”. Devela algo de su búsqueda con las palabras “metáfora”, “falacia”, “metonimia” e “hipérbaton”. Sobre todo “oxímoron”, una figura poética basada en la frenología y en antiguas recetas de cocina, según el Diccionario de retórica y poética.
En “Cebollas” habla de alas, capeadas como este fruto que le dio la serpiente a Eva. Son poemas sin llanto pero con silurios cirílicos, “libelula que se construye a capas / como este poema, como todos los poemas”.
NdelaT fue un grato e irónico Virgilio para tantas almas perdidas en lo que se dio en llamar “UASLP Campus Escalerillas”. Conocía la ciudad y su Corriente, los cauces rotos de calles y palabras. No existía la carrera de Literatura aquí y muchos y muchas llegamos a Ciencias de la Comunicación porque queríamos escribir y era lo que “se parecía”. Encontramos que el medio es el mensaje y muchas lecturas. Si hubo teoría fue después, sólo se trataba de aventurarse en los rápidos. Allí estuvimos con nuestros primeros textos Fabiola Amaro, Juan Félix Barbosa, Francisco Márquez, Jeanne Karen Hernández y varios más. Sobrevivimos varios. La entonces Coordinación era variopinta. Ya NdelaT descreía de las capillas y supo tallerear con escalpelo los incipientes textos de los ahora colegas.
NdelaT llegó a SLP en 1971, el año en que yo nací. No significa nada, pero es una bonita coincidencia que como todas puede llegar a explorarse. Siempre me ha parecido que en el absurdo de la existencia la chiripa y las casualidades bien enhebradas dan pie a las historias, todo puede detonarse con el gatillo adecuado.
La coincidencia en literatura no llega sola. Los temas pueden ser los mismos: espejos, ríos, pero no basta. Si “los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo” NdelaT no se conforma y se apresta en cada poema torcerle el cuello a cebollas y a tortugas, a sustraer golondrinas y guepardos de zoológicos ajenos.
Y sí. Dice: “Nada invento ni me adhiero a corriente alguna, simplemente escribo cosas que resuenan con mi actual manera de ver y de sentir”. Coincidimos en ciertas letras, ciertos nombres: Ángel Ortuño y Julián Herbert, Sara Uribe y Amaranta Caballero, José Eugenio Sánchez y Xel Ha López.
De octubre de 2009 a agosto de 2023 NdelaT publicó en Pulso cada semana un texto. En su despedida a los lectores escribió que fueron “algo así como 600 de mis poemas, digo poemas sin tener la certeza de que lo sean”. Coincido. “No importa lo que el escritor quiso decir, importa lo que el lector descubre por sí mismo, el poema nada dice, sólo abre agujeros en el discurso para develar lo desconocido o lo reprimido”.
De Ciudad por entregas (1995) a Este es el libro No. 7491 que se llama Río (2023) tengo casi todos los libros de este cosechador de ecos, de este psicólogo con-verso, trillador de cuchillos, crítico aún no canónico (excéntrico, dirían otros) de San Luis Potosí. Búsquenlos, pídanlos.
Ah, me robaré uno de sus versos-aforismos como uno de los epígrafes de un poema de mi próximo libro: “No existe más camino que la cuerda floja”.
Gracias por el vértigo.
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Posdata: el 5 de septiembre es el día internacional de la mujer indígena o mujer originaria, y por ello Antonieta Rendón, de la sala de lectura Jugando con Letras, ha organizado generosamente una lectura presentación de mi novela La bruja guachichil, palabras para otra magia. La cita es en el Museo Nacional de la Máscara este martes 5 a las 6 p.m.