Una y dos

Sabemos que la historia se repite, pero no lo hace de manera exacta y cada vez utiliza máscaras distintas. Es así que el viejo populismo tiende a regresar en diversas regiones del mundo, ahora como un nacionalpopulismo que no deja de ser arcaico, torcido y tramposo.

Hay temas (las pandemias, digamos) y hay tiempos (hoy) en los cuales las ideologías y las mentiras se enseñorean aún más, al tiempo que unas y otras se apoyan entre sí. Tanto las creencias como las falsedades se pueden convertir en pilares de regímenes autoritarios.

Una.- De ideologías no es fácil hablar con precisión, ya que tienen demasiado de subjetivo. Miren, la izquierda se resalta más desde la derecha, mientras que la derecha genera alarma desde la izquierda. Alguien que quiere ser liberal ve conservadores por todas partes, igual que los ultraderechistas con los ‘comunistas’ o los ateos ante los creyentes y viceversa. Se tiende a una geometría aparente.

Coincido con Cuauhtémoc Cárdenas en que AMLO no es de izquierda, y muchos de sus seguidores tampoco lo son, aunque expresa anhelos sociales muy válidos frente a la pobreza, la desigualdad y la corrupción… como otros también los tenemos, si bien menos pasionales y quizá más eficaces. Sin su retórica, él resulta más neoliberal que liberal y más reaccionario que progresista.

Entre sus refranes e incongruencias, habla de ‘tener la cabeza fría y el corazón caliente’, pero no cumple lo primero. Y algunos ostentamos ‘el corazón a la izquierda y la cabeza en el centro’. Preferimos apoyarnos en la efectividad de la técnica, no en una moral personal.

Al modelo económico que prevalece en el mundo le llaman ‘neoliberal’ por razones ideológicas, pero eso no implica que vaya a ser sustituido. Los ataques sólo forman parte de una posición de anti-Economía.

Y dos.- Es bien sabido que nuestro presidente miente con mayor frecuencia que otros políticos. Por ejemplo, se cita mucho al Taller de Comunicación SPIN que ha calculado un promedio de 69 mentiras en cada conferencia mañanera. Las falsedades van desde engaños serios hasta meras imprecisiones.

Creo que a veces no se trata de mentiras deliberadas, sino que algunas de ellas vienen a ser equívocos que, al ser reiterados y defendidos, se vuelven embustes. Resultan así frecuentes con tantos discursos y videos, lo que afecta la credibilidad del gobierno salvo en casos de fe ciega.

Recordemos que Goebbels, el ministro nazi de propaganda, aplicaba lo de ‘una mentira repetida mil veces se vuelve verdad’ y ‘si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que distraigan a la gente’. Me queda claro que los asesores de AMLO han impulsado todo esto a lo largo de años.

En los relatos del poder, la verdad se ve sometida a la política y la propaganda. Hoy a partir de resentimientos y con declaraciones de victorias imaginarias y falaces (“se acabó la corrupción” o “domamos la pandemia”), vemos impactos en una sociedad que persigue esperanzas y detesta el pasado. Con sus denuncias el líder busca generar emociones, reafirmar convicciones y ratificar su proyecto.

Para algunos sólo cuentan las buenas intenciones, en tanto que la realidad es lo de menos aunque la economía se desmorone… pero, ojo, sería la de “los ricos” porque el pueblo bueno tiene sus propios datos y programas sociales. No son pocos los que le creen, incluso con gusto por los líos que facilitan la fantasía de transformación.

En fin, estos días con sus reacciones ha olvidado aquel refrán de que ‘el que se enoja, pierde’, y así se pelea con medios y empresarios.

Ya en positivo, surge el valor de la verdad. Aunque en política se afecte con las  mentiras del poder o la oposición, la auténtica realidad suele prevalecer a mayor plazo y es lo que confirma la confianza de la gente. El engañoso populismo no sobrevive tanto tiempo y va a producir hambre y pobreza.

EN EL PICO DE la curva viral, el famoso y polémico López-Gatell nos muestra que las presiones de arriba para mentir y simular le han causado un enorme daño a él y a nuestro país.

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