Vienen las aguas

Están en puerta los tiempos de fuertes lluvias, pensando en que seguirán ocurriendo en agosto, como marca la tradición, y el Interapas en coordinación con el Ayuntamiento de la capital, dan mantenimiento a los colectores pluviales. Esta medida seguro resultará benéfica y evitará algunas inundaciones en la ciudad; hay que reconocer los logros del Honorable, ya que el famoso dren del río Santiago, que con atabales y chirimías anunciaba Nava desde que era diputado federal, ha servido para dos cosas. 

Por otro lado, aunque también en el tema de aguas, siguen los problemas de abastecimiento de agua en algunas colonias, en días pasados una falla en el sistema de bombeo de la presa El Realito amenazaba con incrementar la escasez; en esta ocasión, sin embargo, el mal fue resuelto en pocos días. En este sentido es cuestionable que se siga apostando gran parte del abastecimiento de agua de la ciudad a un sistema que desde su inicio se mostraba inviable.

La escasez no sólo se manifiesta en el agua potable, sino también en la solvencia moral de los diputados, quienes con la mayor desfachatez echaron para atrás los artículos de la Ley Electoral del Estado que terminaban con las alianzas de partidos e incrementaban los porcentajes para obtener diputaciones por la vía plurinominal. 

Aunque resulta un misterio el saber qué fue lo que llevó a los diputados morenistas a secundar a Óscar Vera y Eugenio Govea a eliminar esos artículos, se puede suponer que los maicearon como a puercos en engorda; sólo que a éstos –muertos de hambre al fin– seguro les dieron pedacera de olotes. 

Así, Vera garantiza una vez más la curul para su partido, y a Govea se le acomoda la posibilidad de seguirle coqueteando a Navita. Éste caerá, ya lo verán, más cuando se dé cuenta –aunque seguro ya lo sabe– que no será el ungido por el triunvirato azul; para eso tendría que haber trotado en el distrito del Borgo. Al menos así lo presentan.    

Mientras, en el ambiente de la burocracia estatal, circula el rumor que las actividades se reanudarán  en breve; y aunque por un lado pudiera parecer benéfico al funcionamiento del aparato gubernamental, también puede ser un riesgo latente, con todo y la revisión constante de los trabajadores. El virus coronado sigue a la alza.  

Según las cifras oficiales, en San Luis Potosí alcanzamos ayer 3,408 enfermos; cifra baja en realidad, considerando que representa el 10 % de los contagios del Estado de México, encontrándonos casi a la par que Chihuahua y ligeramente encima de Morelos. Pero la guardia no se debe bajar, menos si consideramos que una gran parte de los burócratas son población vulnerable.    

Por cierto, un muy estimado burócrata palaciego –ahora tlahuizcanero, por despachar en aquel rumbo– me señala por la vía económica del guatsap que (en oposición a mis decires de la columna anterior) no hay anarquía en el transporte urbano “pero reconozco que por diversas razones allí no se nota del todo el esfuerzo”. No dudo desde luego, menos tratándose de un funcionario de todo mi aprecio, que se haga algún esfuerzo; pero –proletario al fin– soy usuario del transporte público, y no me va a venir a enseñar lo que conozco. Me gustaría que me acompañara un día –cualquiera entre semana– a cuatro recorridos por la ciudad en camión urbano, para que observara de manera directa, cómo se viaja en ellos, y cómo los operadores saturan las unidades; ahí la sana distancia no llega. Es fácil afirmar cuando no se fusionan con las masas.

Lo que acá tampoco llegan, son las noticias de algunos municipios, como de Ahualulco, donde se dice que el presidente municipal, luego del cierre del mercado municipal por causa de la pandemia, aprovechó para despojar de sus puestos y mercancías a algunos viejos locatarios. Dicen, también en el pueblo, que los ha repartido entre sus cercanos.

Gracias por la lectura; sigan con la sana distancia, el cubreboca y el gel.