“¡Viva Cagüila!”

En el bungalow del campo nudista el hombre no se perdía ninguno de los movimientos que hacía la preciosa dama con quien compartía la habitación. Ella le preguntó, molesta: “¿Qué? ¿Nunca has visto vestirse a una mujer?”... El severo genitor de la muchacha se dirigió con acre acento al novio de la chica: “¿Por qué trae usted a mi hija a las 6 de la mañana?". Explicó el sujeto: “Porque entro a trabajar a las 7”... “¡Joder! -le dijo con enojo el hombre de la Edad de Piedra a su flamante esposa-. ¿Ahora que logré por fin matar mi primer dinosaurio me sales con la novedad de que eres vegetariana?”... Don Jesús de la Peña de la Peña, el padre de la amada eterna, no fue un suegro para mí: fue un segundo padre. Heredero de los hombres que fusil en mano defendieron la Sierra de Arteaga, hermosa región coahuilense, contra las intenciones anexionistas de Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León, las raras veces que se tomaba un par de mezcalitos gritaba: “¡Viva Cagüila!”, pues tal fue el grito de guerra de sus antepasados. Si observas el mapa de Coahuila verás en la parte inferior derecha -aunque Coahuila no tiene ninguna parte inferior- una faja de tierra que penetra en la entidad nuevoleonesa. Es la comarca que dije, la región montañosa arteaguense, edén serrano al que algunos viajeros, al ver los altos picos y los umbrosos bosques de esos bellísimos parajes, han llamado la Suiza de América. Debo señalar que yo miré en los Alpes suizos un letrero que decía: “Está usted en la Arteaga de Europa”. A lo que voy es a manifestar que quienes vivimos en Coahuila somos afortunados. Privan en nuestra tierra natal la paz y la seguridad que faltan en otras entidades. Sin ninguna duda mi estado natal es el más seguro del norte de la República, como dijo hace unos días el gobernador coahuilense, Manolo Jiménez Salinas, al presentar su primer informe de Gobierno ante la Legislatura local. Buenas cuentas rindió el joven gobernante. Ha conservado el ambiente de orden y trabajo que recibió de su antecesor, Miguel Riquelme, y en sólo un año al frente del Ejecutivo ha llevado a cabo una importante obra material de gran beneficio para los coahuilenses. Su buena relación con el régimen que encabeza Claudia Sheinbaum ha permitido que Coahuila tenga lugar de primer orden en cuestión de empleo, inversión, exportaciones y competitividad. A esa buena fortuna yo añado otra: la de vivir en Saltillo, que en la persona de José María Fraustro Siller ha tenido una eficiente administración municipal gracias a la cual mi ciudad es la mejor capital de estado en el país en lo que se refiere a las condiciones de vida de sus habitantes. Ramón López Velarde se quejó con dolorido acento: “Si yo jamás hubiera salido de mi villa...”. Si el Misterio me bendice yo no saldré ya de la mía, y seguiré gozando de los dones que ofrecen un estado y una ciudad bien gobernados, donde la gente puede trabajar en paz y ver sin sobresaltos crecer a sus hijos y a sus nietos. Que eso dure muchos años más, y que yo lo vea... Un cínico individuo comentaba: “Me dedico a la segunda profesión más antigua del mundo: sacarles el dinero a las de la primera”. (Nota. El desgraciado era chulo, rufián, cinturita, mantenido, pachuco o lenón, que con todos esos nombres y otros más plebeyos se conoce al que se sirve de una sexoservidora)... El traje que el empleado de la tienda le mostró a don Chinguetas era color morado con rayas rojas, verdes, anaranjadas y amarillas. Dijo el señor: “Si me pongo este traje mi esposa no querrá salir conmigo”. Y añadió en seguida: “¡Me lo llevo!”. FIN.