Y sin embargo se mueve

Encerrado en Inglaterra, aislado desde hace 14 años, tuvo que declararse culpable de un cargo de conspiración para ser liberado esta semana. Julian Assange dio a conocer miles de documentos clasificados o no públicos en su portal Wikileaks y fue condenado a 62 meses de cárcel, los que ya había cumplido.

Después de que le retiraran otros cargos relacionados con espionaje de alto nivel, mi contemporáneo (nació también en 1971) ya está en su natal Australia. El enojo oficial de Estados Unidos vino principalmente de la difusión de documentos militares confidenciales, relacionados con las guerras en Irak y Afganistán, y por los abusos que ahí cometieron “en nombre de la libertad”.

Al salir de la prisión británica lo llevaron en avión a la isla de Saipán, en medio del Océano Pacífico. “En esa colonia estadounidense debía presentarse ante una corte para declararse culpable de un cargo de espionaje —otros 17 serían retirados— y ser condenado a 62 meses de cárcel, justo los que había pasado en Londres, para después volar a su natal Australia”.

“El acuerdo de culpabilidad, sin embargo, ha creado un grave precedente para el periodismo mundial. Estados Unidos por primera vez logró condenar judicialmente a un periodista por revelar sus secretos, aunque esto estuviera prohibido por la Primera Enmienda de su Constitución. Peor aún, lo hizo no con uno de sus ciudadanos o por un delito cometido en su territorio, sino con un extranjero que actuaba en otro país”.

¿Vencido? Algo recuerda a aquel episodio de Galileo Galilei al ser juzgado por la Santa Inquisición por apoyar la teoría de Copérnico de que la Tierra era redonda y giraba alrededor del Sol. En 1633, al abjurar de su visión heliocéntrica, Galileo habría dicho: E pur si muove (“y sin embargo se mueve”). Lo dijo, si lo dijo, no directamente ante el Tribunal, se entiende, sino en alguna ocasión posterior.

Assange no ha dicho “y sin embargo se mueve”. ¿Reconoce que se equivocó por revelar información “delicada”? ¿Qué sigue? Muchos medios aún dan solo versiones oficiales, muchas organizaciones y personas difunden mentiras en la red y nadie dice nada. El diálogo constructivo es una oportunidad que se desaprovecha cada día, no se diga el debate. No importa a estos “tribunales” de ayer y hoy si hay pruebas o no, condenan. Obligan a una verdad oficial, a una visión única del mundo, como si perteneciera a solo un grupo o facción. En este mundo canalla la calumnia suele imponerse si así conviene a los intereses de unos cuantos y para ello crean más mentiras.

Estos medios, colectivos o personas “han hecho pasar por víctimas a los victimarios. Decir la verdad se convirtió en un delito. Fabricar mentiras se premia”, escribió el periodista Fabricio Mejía Madrid.

En una carta abierta, Assange escribe “con inmensa gratitud y alegría en mi corazón. Finalmente, después de 14 largos años estoy libre. Esta libertad no es solo mía, sino que pertenece a todos los que habéis estado a mi lado en los momentos más oscuros”.

“Su apoyo inquebrantable, sus cartas, sus oraciones y su creencia en mí han mantenido mi espíritu vivo. Cada día su amor me ha dado la fuerza para perseverar y tener esperanza en este día. Las palabras no pueden expresar lo profundamente que aprecio a cada uno de ustedes”.

“Gracias por ser mi roca, mi luz y mi esperanza. No puedo esperar a emprender este nuevo capítulo de la vida y estoy emocionado de compartirlo con todos vosotros. Juntos hemos superado y juntos avanzaremos”.

Hay un poema de Rubén Darío que viene a cuento:

Puede una gota de lodo

sobre un diamante caer;

puede también de este modo

su fulgor oscurecer;

pero aunque el diamante todo

se encuentre de fango lleno,

el valor que lo hace bueno

no perderá ni un instante,

y ha de ser siempre diamante

por más que lo manche el cieno.

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Posdata: Julio es vacacional para algunos, yo sigo con mis cursos, talleres y presentaciones de libros. Escribo. Que vivan el amor y el arte.