CIUDAD DE MÉXICO, octubre 8 (EL UNIVERSAL).- La cocina mexicana está llena de grandeza gracias al mestizaje: sin embargo, muchos de los ingredientes que engrandecen nuestra gastronomía vienen de tiempo atrás y son aquellos que nos dan identidad cultural.
Tal es el caso del tequesquite, un ingrediente prehispánico.
La palabra tequesquite, también encontrado en textos como tequexquite o tequixquitl, tiene su origen en los vocablos náhuatl "tetl" cuyo traducción es "piedra" y "quixquitl", "brotante", es decir, piedra que sale por sí sola.
El tequesquite es una sal mineral compuesta, principalmente, por cloruro y carbonato de sodio. En el México prehispánico, cuando llegaban las temporadas de nivel bajo de agua o sequía en los cuerpos de agua, las sales alcalinas subían a la superficie, al secarse se formaban una especie de costras, a lo que se le llamó tequesquite.
En lugares como el lago de Texcoco, esto era un suceso común y de allí se recolectaba el tequesquite para comercializarse en distintos puntos. De acuerdo con el texto Química: La Ciencia Central, "La venta del tequesquite se hacía en Iztapalapa, nombre que significa ‘pueblo donde se recoge la sal’ o ixtail".
Esta sal alcalina era vendida en forma de roca o molida. Dentro de los múltiples usos del tequesquite, destacó el de condimentar la comida, tal y como se hace con la sal común hoy en día.
Al agregar la sal a los alimentos, los grupos prehispánicos notaron que ayudaba a ablandar las legumbres. De ahí, comenzó su uso para ablandar granos de elote y de frijol, añadiendo el polvo al agua durante la cocción, uso que aún se le da, al igual que para cocer hierbas o nopales, ya que los ablanda manteniendo su color natural, además de ayudar a la digestión de los mismos.
Dentro de la cocina, el descubrimiento de las propiedades del tequesquite continuó, pues se notó que ya fuera en polvo o mezclado con agua, si se añadía a la masa de maíz, funcionaba como un agente leudante, lo que ayudaba a que los tamales y otras preparaciones "esponjaran", función similar a la que en la actualidad hace el polvo para hornear, mientras que, además de sus usos culinarios, el tequesquite se utilizaba como detergente en los hogares del México prehispánico.