El rompimiento del orden público en el exterior de los bares del Centro Histórico es cosa común.
De las cantinas ubicadas en la calle Agustín de Iturbide, entre 5 de Mayo y Aldama, a la una de la mañana salieron jóvenes que provocaban desmanes.
Luego, al amanecer, apareció destruido el barandal que delimita la zona peatonal, precisamente en Agustín de Iturbide, de la calle 5 de Mayo, apenas una cuadra al norte del Palacio de Gobierno.
Los “borrachazos” como el que llevó al percance que rompió la puerta de acceso a la Plaza de Armas, son poco comunes en el Centro Histórico. De vez en cuando aparecen automovilistas que usan las calles a muy alta velocidad.
En otras calles, y principalmente en aquellas donde hay centros nocturnos de reunión con venta de bebidas alcohólicas, los automovilistas utilizan las banquetas como estacionamiento, realizan actividades en doble fila u obstruyen el paso a quienes únicamente circulan por aquellos sitios donde se encuentran esos centros de reunión.