Poco a poco, la sensación de soledad en los negocios cerrados y en las calles poco transitadas, comienza a traer efectos sobre los locales comerciales. Malvivientes aprovechan la falta de actividad económica para causar daño a fachadas, cortinas y vidrios de las tiendas, sin importar el rumbo. La ausencia de policía facilita las condiciones para que las bandas urbanas deterioren sin remedio los locales, sin que se tenga noticia de que algún vándalo sea detenido por esa causa.
Dos de las calles céntricas que han sufrido más por la incursión de vándalos son Venustiano Carranza y Álvaro Obregón en el lado poniente de la Plaza de los Fundadores. Los negocios cerrados son presa fácil para los malvivientes.
Así por ejemplo en la avenida Venustiano Carranza, poco a poco las tiendas de ropa y de alimentos sufren por la incursión de pandillas que llegan con aerosoles a pintar leyendas o dibujos en muros, cortinas y vidrios.
Lo mismo sucede en la calle Bolívar y en la avenida Damián Carmona, Agustín de Iturbide y Francisco I Madero.
Por igual los malvivientes no respetan instalaciones públicas o privadas.
En algunos locales de la calle Independencia, también el cierre de actividades ha facilitado las condiciones para la proliferación de malvivientes.