En el ejido Puente del Carmen, en el municipio de Rioverde, un conjunto de más de 500 sabinos o ahuehuetes centenarios fue diezmado por taladores y el desvío de un arroyo que alimentaba los árboles.
Algunos de estos gigantes verdes siguen en pie alimentados de corrientes subterráneas o de pequeños veneros de agua dulce, pero corren el riesgo de desaparecer también.
Hace más de dos décadas atrás, autoridades estatales y federales desviaron un caudal de agua que nutría los sabinos y otras especies arbóreas de Puente del Carmen. Este desvío, destinado a abastecer de agua de riego a las comunidades del municipio, condenó a los sabinos a una muerte lenta.
El sabino o ahuehuete es una especie arbórea que habita orillas de ríos, arroyos, riachuelos o fuentes de agua permanentes. Ahuehuete significa en náhuatl “árbol viejo de agua”. Es muy longevo, con edades contadas en cientos de años y hay ejemplares protegidos como monumentos, como Árbol de la Noche Triste donde lloró Hernán Cortés la pérdida de la mitad de su ejército en Tacuba.
En Puente del Carmen, la tala clandestina se convirtió en moneda corriente bajo la complacencia o el disimulo de las autoridades locales. Árbol tras árbol, la galería de sabinos fue desapareciendo, convirtiendo el paisaje en un cementerio de madera carbonizada.
La fauna que alguna vez pobló este lugar también ha desaparecido y quedan apenas despojos como testimonios mudos de una biodiversidad perdida, entre caracoles, osamentas de peces y caparazones de tortugas.