El Diván Negro, un fructífero rechazo

El deseo de publicar un libro llevó a Samuel Hernández a crear una editorial especializada en temas de psicoanálisis, psicología clínica, filosofía y literatura

La aventura intelectual de Samuel Hernández, creador de la editorial El Diván Negro está por cumplir su cuarto aniversario y por ello Pulso sostuvo esta charla con el editor. 

De entrada, el también escritor, confiesa que el esfuerzo ha sido “toda una odisea”. “Es toda una odisea involucrarse en una aventura del ámbito editorial, desde la gestión, la realización, la administración”.

Señala que la idea de crear una editorial surge como una ocurrencia, en el sentido de que es algo que ocurre. 

“De una forma muy resumida, todo empieza en 2016 con el número cero de una revista que también dirijo, una revista de psicoanálisis y de Ciencias Sociales”. 

Narra que en 2015, egresa de la licenciatura y que siempre tuvo la inquietud por los libros. “Me encontré con amigos más que docentes que lograron llevarme con ciertos autores en materia psicoanalítica que es mi formación, pero también filosófica y de carácter social. Obviamente el campo literario y en específico de la poesía y de ahí empecé a contactar con diversos autores de México, pero también de otros países y fue así como al tercer número de la revista yo me encontraba en el Centro de las Artes, colaborando en el área de Coordinación Académica”, recuerda. 

Seguía teniendo la inquietud, pero ya conocía más materiales, más textos y a amigos extranjeros.

“Me gustaba mucho participar en congresos y eventos internacionales. El tema de la escritura ya venía ejercitándose tanto en temas de psicología clínica, como en temas del ejercicio literario, en la poesía”, señala.

Dice que en un momento se percató que tenía una serie de textos acumulados de su autoría y de un análisis de lo que estaba escribiendo, todo involucraba a la melancolía. “En esencia, era el tema general, y una noche, dije ¿qué hago con todo esto?”

La idea

Samuel Hernández señala que fue así como se le ocurrió hacer un libro. “¿Qué difícil ha de ser?”, se cuestionó entonces.

Explica que ya hacía la revista impresa “y uno va aprendiendo entre impresores, pruebas”.

Sin embargo, se dio cuenta que no era nada sencillo.

“Como editor procuro responderle siempre a quien me manda material, por lo menos decirle: gracias por escribir, en cuanto puede te respondo”.

Señala que mandó su propuesta a varias editoriales, pero de ninguna recibió respuesta, “cosa que a todos nos ha pasado, a todos los que escribimos. Para mi suerte no tengo problemas con el rechazo. Dije, bueno está bien, pues yo haré la editorial, ¿cuál sería el problema?”

Recuerda que comenzó a editar su libro, el cual, por cierto ya va por su tercera edición con una editorial de España. 

El nombre

Sobre el nombre de la editorial, El Diván Negro, Samuel señala que mucha gente pensó que era algo enigmático, pero no. “Ese es el color de mi diván. Originalmente iba a ser el título de un capítulo del libro, pero bueno así se funda la editorial”.

Reconoce que no viene del oficio formal de las letras, “pero creo que hay cierto beneficio de profanar y comenzó un tema de intenso aprendizaje con registros de ISBN, con los temas, registro de derechos, temas de corrección, temas del diseño”.

Afortunadamente todo se fue acomodando porque ya había atrás muchas ideas tras bambalinas y sólo faltaba concretarlas.

Señala que comenzó con proyectos de compañeros de México y de Argentina “porque al final una editorial existe no por el recurso de un editor, en esencia lo importante es el autor y luego el lector, pero también están los impresores, luego los vendedores, los libreros”.

Una labor artesanal

Samuel Hernández señala que una política que se ha mantenido en la editorial es mantenerse lejanos a “la industria”, o como dice un compañero en las tienditas del libro.

Buscamos “que no estemos en una industria en donde el libro sea un objeto, una mercancía más, aunque estamos en ese juego, no hay que negarlo”.

Explica el editor que su lugar de encuentro con los libros no fue el gastarse cinco mil pesos en libros en una librería de renombre. “Soy de los sujetos que les gusta ir a buscar libros, que se fascina con un libro de 20 pesos, que puede ser una joya”.

Señala que mantiene esta veta romántica de disfrutar el papel, el aroma de las tintas. “Tener el libro que lo puedes ensuciar, que lo puedes doblar, que se te puede perder, que los puedes odiar y hasta lo puedes romper”.

Señala el editor que ninguno de los libros de “El Diván Negro” se encuentra el formato digital, todos sus títulos existen sólo el papel.

Efecto pandémico 

Señala Samuel Hernández que es curioso, pero la editorial creció y se fue nutriendo de la enfermedad, de la pandemia. “Medianamente podríamos decir que entre septiembre y noviembre la editorial se afianza y por eso estamos cerca de nuestro cuarto aniversario”.

“Si hacemos cuentas, de manera retrospectiva, llevamos tres años de pandemia. En todo este tiempo de pandemia, y en todo lo que ha implicado del ámbito de la salud, de lo económico, de lo afectivo, puedo decir que ha sido gracias a la ayuda de colaboradores, de los lectores y de los autores que se ha mantenido el proyecto de manera ininterrumpida, siempre ha habido publicaciones”, puntualiza.

Los libros, siempre los libros

El edito señala que desconoce cuántos títulos ha editado en estos casi cuatro años de actividad. “Números exactos no lo sé”.

“Me he dado cuenta que soy un tipo caprichoso e intento acercar textos que a mí me atraigan, no puedo negar eso, aunque claro que hay un consentimiento, hay un cariño y un fuerte deseo por ciertos temas”.

Señala que nadie puede ser un editor neutro. “Uno tendrá sus intereses y finalidades como una editorial especializada en temas de psicoanálisis y filosofía y algo que me ha dado mucha alegría en este mundo de tristezas es la colección de literatura, yo pensé que no iba a ser tan activa y me ha sorprendido bastante que muchos compañeros autoras y autores han publicado”.

Señala que en El Diván hay mucha poesía. “Yo creo que en la colección de literatura es donde tenemos más publicaciones y es lo que más circula en el ámbito literario”.

“Lo que sí sé es que son más de 55 títulos y hoy ya mandé dos correcciones”.

Señala que algo que caracteriza a su editorial es que los autores no pagan la publicación. “A veces nos apoyan comprando ejemplares, pero en todos los acuerdos se intenta entregar regalías, que es la función de una editorial”.

Reconoce que es un tema difícil “cuando no estamos en un mercado, en un marketing, en un best seller, de todo lo que impulse la pasividad intelectual o también, vamos a decirlo de ambigüedad de no sentir”.

Lo que hay

El Diván Negro cuenta con diversas colecciones principales. Son, inicialmente la de psicoanálisis y hay una colección que tiene un año, se llama otros mundos posibles que está dedicada a filosofía y es donde está el libro de Carlos Tapia.

“Tenemos la colección de feminismos y género la cual coordina María Leura y va por el segundo título, está la colección Litera que es de literatura, y en su mayoría son textos de poesía, pero también hay novela y también cuentos, hay uno por salir y está la segunda edición de Alexandro Roque”.

¿Cómo me dijeron que no?

Explica el editor que para seleccionar los libros a editar tiene que leer todos los textos, aunque es complicadísimo. “Es imposible y requiere tener una cantidad enorme de tiempo disponible”.

Señala que tiene un par de meses que se ha hecho público que cuando alguien lo contacta, “le digo ¿cuándo platicamos?, le digo cuéntame de tu proyecto, se ha hecho público que El Diván Negro tiene una recepción continua de manuscritos”.

Samuel asegura que un autor puede mandarle un mensaje a la editorial o un correo de voz o pedir información por las redes sociales y en la web.

“A mi me gusta que acordemos una llamada, platicar un poquito, conocer al autor, Me gusta mucho preguntarle ¿por qué publicarlo? Puede ser una gran valentía o una enorme osadía, pero eso me interesa porque al final uno dentro de este tema se ve un poco insensible, pero a la vez, es todo lo contrario es súper sensible”.

Reconoce que hay textos que involucran su interés personal, pero también atiende lo que ha notado que los lectores han estado leyendo.

“El primer criterio que les pido por favor es que este completa la obra, no recibo la mitad, o un avance y eso también es un poco extraño porque a mí me gusta explorar todo el texto”.

Recuerda que le decía a un autor que le gusta ver el título. “Me gustan los títulos amplios, no me interesa si tiene un sesgo poético en su composición. Veo las dedicatorias, los agradecimientos, el índice. Es lo primero que veo y después leo. Veo el prólogo, el primer capítulo, el epilogo y uno va explorando”.

Señala que cuando son textos que lo rebasan en tiempo, le pide a colaboradores que le echen la mano. Claro que ese dictamen va avalado.

“Yo no tengo el ojo formativo de un académico o de un egresado de la facultad de letras. No es mi campo, no sé la estructura, no me atrevería a hacer una sugerencia de cambios. Por este motivo sí comparto el texto con alguna compañera y con algunos colegas para que haya un dictamen”.

“Después de eso ya vamos platicando más con calma, vamos hablando los acuerdos editoriales, las posibilidades de fechas, porque también yo quisiera publicar libros continuamente, pero dependemos de muchas cosas como un impresor y el impresor depende de alguien que le mande el papel y el papel también ha sido un tema porque está como el dólar, sube o baja y puede haber o no puede haber. Luego están las tintas. 

Reconoce que ha ido aprendiendo la labor editorial con el tiempo.

Certeza

Samuel Hernández señala que con todos sus autores procede con un contrato editorial. “Los libros de El Diván Negro, tienen un contrato editorial, no son ediciones independientes, sí hay retención de derechos de autor por un cierto tiempo, dependiendo de la colección”.

Agrega que a partir de la selección de un libro hay un trabajo en colectividad. “Algo relevante son las portadas. El 80% son colaboraciones no gratuitas de artistas emergentes o de compañeros que ya tienen trayectoria dentro de las artes”.

Lo libros de El Diván Negro se pueden conseguir a través de las redes sociales, o de manera física en la librería REM de Alejandra Hernández y la cual se encuentra en Ignacio Hernández Rayón, frente al Bar El Rústico.