Como en Guayaquil, la provincia más afectada por la mortandad en Ecuador, donde el coronavirus COVID-19 hizo insostenibles los sistemas hospitalario y funerario, en la zona oriente de la capital y en particular en la Delegación de Pozos, las medidas de seguridad sanitaria no existen, el mercado de chácharas de la avenida Ricardo B. Anaya opera en hacinamiento total, las familias salen a pasear como si no hubiera emergencia sanitaria, y ni siquiera un policía o personal sanitario acude, ni las autoridades estatal o municipal han conseguido negociar o forzar a los líderes al retiro de puestos de mercancías no esenciales.
A lo largo del día aparecieron centenares de familias desarrollando sus compras como si nada sucediera. Por igual anduvieron por el camellón central y las banquetas estrechas, papá y mamá con tres o cuatro hijos, jóvenes o adultos con los mayores de la casa y mujeres con bebés de brazos, grupos de jóvenes y parejas de novios.
A lo largo de la avenida Ricardo B. Anaya, justo en el tramo comprendido en donde estaba el Rastro municipal y el Anillo Periférico oriente, no se aprecia actividad alguna de cuerpos policiales y personal de salud.
Sin embargo, la inactividad mayor es de la Delegación de Villa de Pozos.
Por igual en el mercado venden controles para televisión, ropa nueva y usada, utensilios diversos para el hogar y uno que otro fruta y verdura. Es un mercado como los conocemos en toda la ciudad, pero con abundancia de giros no esenciales.