A pesar de la pandemia, centenares de potosinos se dirigieron a pasear al Parque Ecológico del Camino a la Presa San José, como parte de las actividades de esparcimiento con motivo de la llegada del año nuevo.
En la mayor parte de los casos, acudieron familias completas y el camino fue llenado por automóviles estacionados, por tratarse del único espacio abierto para convivir.
Los más ingeniosos asumieron el riesgo de trasladar asadores de carne para reunir en torno a ellos a más de diez o quince miembros de familia, principalmente compuestas por padres jóvenes y niños.
Sin distingo ni medidas de cuidado, niños de diversas edades y pertenecientes a distintas familias, utilizaban los juegos infantiles para divertirse.
Las estructuras de las que fueron armados se convirtieron en pasamanos que los niños tomaban sin ninguna precaución y sin la supervisión de sus padres.
Otras familias optaron por llevar alimentos preparados previamente para tratar de celebrar el año nuevo.
Sin embargo, en el camino, la venta de gorditas se encontraba en todo su apogeo y en casos frecuentes, ni siquiera los dueños de los establecimientos cuidaron las medidas de distanciamiento.
Entre los automóviles amontonados en el camino a la presa San José, dentro del parque ecológico, abundaban los de placas de San Luis Potosí, y uno que otro procedente de otra entidad federativa.