En algunos casos, la relación de las mujeres con el crimen organizado ya no sólo se da por vínculos afectivos con los integrantes de los cárteles, sino por un mecanismo de estatus. Es decir, por tener acceso a condiciones que de otra forma no podrían acceder, advirtió Urenda Queletzú Navarro Sánchez, especialista en derechos humanos y perspectiva de género de la UASLP.
En las últimas dos semanas la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) informó de la detención de 38 presuntos integrantes del crimen organizado y dedicadas al narcomenudeo y posesión de drogas en la entidad, de los cuales seis corresponden a mujeres.
La académica subrayó que al momento en que la Fiscalía General del Estado (FGE) realiza las investigaciones ministeriales, debe llevarlas a cabo a partir de un enfoque de género, en aras de entender cuál es el rol activo o el grado de participación de las mujeres inmiscuidas.
Al valorar los móviles, los vínculos y la forma en que llegó a cometer el delito, permitirá comprender qué está sucediendo concretamente con las mujeres en ese terreno.
“Ese fenómeno se ha acrecentado en los últimos años en que el crimen organizado ha ocupado todos los espacios, tanto legales como ilegales de comercialización o de obtención de bienes o beneficios y en ese mismo sentido hay varios ejemplos que ilustran porqué se da la participación de las mujeres”, argumentó.
Estableció que el caso de Sanjuana Maldonado ejemplifica porqué las mujeres se ven inmersas con la criminalidad, pues se evidencia que ella no estaba enterada del secuestro donde la inmiscuían, sin embargo, la vinculaban para aparentar otro tipo de hechos.
“Es decir, si es un secuestro aparentar que no lo es, que está en manos de alguna familia, eso pasa con el secuestro de menores”, complementó.