No solamente en el Santuario dedicado a su veneración, la imagen de la Virgen de Guadalupe ocupó el centro de las miradas y los ruegos de sus fieles, sino que también en muchos otros templos, no se escatimaron recursos para adornar los altares en su honor.
En el templo de Santiago Apóstol, al norte de la ciudad, la Guadalupana ocupó la parte central del altar en medio de una decena de arreglos florales de gran formato -rosas, por supuesto- y de dos largos listones con los colores de la bandera mexicana.
Aquí acudieron las y los vecinos del barrio a la misa de mediodía, tanto por fidelidad al templo como para no sufrir las aglomeraciones típicas del Santuario de Guadalupe, ubicado al final de la Calzada del mismo nombre.
Llamó la atención un grupo familiar que, unido, recorrió el contorno del jardín de Santiago y se adentró en el atrio del templo cantando “Hermoso Cariño”, una canción que hizo famosa el ídolo Pedro Infante y que después fue retomada por el recién desaparecido Vicente Fernández.
En realidad, no se trataba de un homenaje a este último intérprete, sino una remembranza de las canciones que más le gustaban al abuelo de la familia, José Guadalupe, fallecido el pasado viernes. Así, quien llevara en su nombre la fe guadalupana, dejó una herencia de alegría a ese grupo familiar.
Otros templos, por toda la ciudad, lucieron también preciosos adornos en sus altares para honrar a la advocación mariana más querida en México.