La incertidumbre que generó el decreto presidencial que impide operar a empresas “no esenciales” durante la emergencia sanitaria, mantiene en vilo el funcionamiento de la mina de fluorita que la empresa Orbia, antes Mexichem, tiene en Villa de Zaragoza, una de las más grandes del mundo.
Y con ello, está en riesgo la producción mundial de inhaladores, vitales ahora para atender crisis respiratorias de millones de pacientes asmáticos y con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), ambos grupos muy vulnerables ante la pandemia de COVID-19.
Un reporte publicado ayer por el diario español El País, reveló que la normatividad federal mantiene “en el limbo” a la mina potosina, que produce el 20 por ciento del abasto mundial de fluorita.
El mineral, explica el reporte, es base para la fabricación de un gas que se utiliza para fabricar inhaladores de salbutamol, producto más conocido por la marca comercial de Ventolín, un broncodilatador para personas con asma o EPOC.
La minería fue considerada como una actividad no esencial en las recientes directivas emitidas por el presidente Andrés Manuel López Obrador y, por tanto, está obligada a cerrar cuando menos hasta el 30 de abril.
El reporte indica que esta medida afectaría gravemente la cadena de abasto que envía el mineral potosino a Estados Unidos para ser refinado y convertido en gas de uso médico y, de ahí, a Inglaterra e India para fabricar los inhaladores de salbutamol.
Diariamente, menciona el diario español, la mina produce seis mil toneladas de fluorita, que en buena parte se destina a producir Ventolín. Al año, se estima que se producen 400 mil inhaladores.
Orbia y sus clientes han pedido al gobierno mexicano que defina los alcances del decreto y que permita funcionar a la mina, dada su importancia para la fabricación de inhaladores.
El País señala que consultó a las secretarías de Economía y de Salud del gobierno de Andrés Manuel López Obrador para obtener una postura sobre la mina, pero indicó que ambas señalaron a la otra como la responsable de la decisión.
La mina, indica, sigue funcionando, pero si se ordena su cierre durante un mes, se dejarían de producir unos 30 millones de inhaladores, lo que afectaría gravemente a pacientes de enfermedades respiratorias que están en mayor riesgo ante pandemia de COVID-19.