Desde hace más de un cuarto de siglo, al centro de la ciudad regresó la molienda de maíz y buscar el nixtamal para la cena de Navidad y de año nuevo es una aventura complicada.
Largas filas de comensales que pasarán todo el 24 de diciembre preparando tamales, esperan pacientes en la banqueta para llevar su dotación.
Para Jorge Padilla, las filas en plena Avenida Reforma no son cosa de cuidado; él y sus familiares están acostumbrados a surtir la masa preparada con las recetas ancestrales que a ellos les enseñaron sus ancestros y las cuales han existido desde hace más de un siglo.
Jorge explica que la variación en la producción agrega algunas concesiones que solo algunos nixtamaleros ofrecen y que consiste en la dotación de masa, según las exigencias de los clientes.
Por ejemplo, se encontró que hay algunos de ellos que piden que la masa no sea preparada con manteca de puerco y por ello surten pedidos especiales de nixtamal elaborado con base en la manteca vegetal.
Sin embargo, advierte que los clientes también esperan que quienes se dedican a la elaboración del nixtamal tengan a la mano todo el “clúster tamalero”, es decir que incluyan las hojas secas de elote. No hay cliente que no se lleve su propia dotación de hojas para tamal, asegura.
Los trabajadores de la molienda están acostumbrados al ruido de las máquinas, el murmullo de las personas, la insistencia de quienes llegan directo al mostrador, los pedidos distintos según el cliente del que se trate y las filas largas de automóviles, que se forman en la avenida Reforma por el cierre de otras calles del centro para permitir que la gente cruce sin riesgos a realizar sus compras de Navidad, por ejemplo a la zona de los mercados Hidalgo y República y el corazón comercial de San Luis.