La presencia perenne de papá, en la emoción infinita de mi vida, se ha convertido en un lienzo poético que aborda su ausencia física. Papá, el azul sin cielo se transforma en un símbolo que encapsula la complejidad y profundidad de mis emociones. Hoy te exploro en mis memorias, tu presencia escondida recónditamente entre mis pensamientos aún perdura, en la vastedad de mis sentimientos y los que cómo el azul sin cielo, se convierte en un reflejo de mi memoria imperecedera, de mi memoria infinita, de mi memoria étera. El azul de su recuerdo, es ese azul sin cielo que se tiñe con los recuerdos de papá, cada uno de ellos como un matiz único en la paleta de las emociones de mi alma. En donde los sentimientos como pinceladas, contribuye a la imagen viva y colorida de su presencia viva. Pero despierto y la profundidad de su ausencia se extiende como un océano azul sin límites, como un azul sin cielo. La profundidad de esta ausencia es insondable, hoy, acostada en mi cama, me sorprendo recordándolo por la serenidad de su espíritu. El azul, se asocia con la serenidad, y se convierte en el refugio donde yace su espíritu tranquilo. Aunque físicamente ausente, su esencia perdura en mis momentos de calma, trayéndome su amor y su sabiduría, que siguen presentes, brindándome consuelo en la quietud del corazón en el azul de los recuerdos compartidos.